1 de abril de 18

Y A Pedro

Marcos 16:1-7

Introducci—n

 

Hoy celebramos no solamente la Santa Cena, sino con muchos hermanos, alrededor del mundo, estamos recordando la resurrecci—n de Cristo Jesśs.

 

Y es algo importante, porque la doctrina de la resurrecci—n es fundamental para nuestra fe, y cuando Cristo resucit—, se comprobaba mucho de lo que viv’a ense–ando antes.

 

Y solamente quiero dar tres ejemplos de esto.  Antes que nada se comprobaba queÉ

 

I.   Hay vida despuŽs de la muerte.

 

En nuestra cultura moderna, muchos vivan como que esta vida es todo.  Ni piensan en lo que va a pasar despuŽs.  Pero Cristo ense–aba siempre que era importante pensar en tu futuro despuŽs de la muerte.

 

Mateo 6:19-21  No os hag‡is tesoros en la tierra, donde la

polilla y el or’n corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el or’n corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.

 

Porque donde estŽ vuestro tesoro, all’ estar‡ tambiŽn vuestro coraz—n.

 

Si esta vida presente fuere todo, seria f‡cil vivir para el dinero, y hacer tus inversiones, tu trabajo, tu negocio tus ahorros, lo mas importante.

 

Y si esta vida presente era todo, seria absurdo pensar de tesoros en el cielo.

 

Pero cuando Cristo se resucitaba, nos dio pruebas de que el cielo despuŽs, es una realidad.  pausa

 

Pero la doctrina de la resurrecci—n, era algo dif’cil de creer aun en los tiempos de Cristo.  De hecho hab’a un grupo de lideres, llamados los saduceos, que rechazaban la doctrina de la resurrecci—n y vinieron poniendo le trampas.

 

Lucas 20:27-38 Llegando entonces algunos de los saduceos,

los cuales niegan haber resurrecci—n, le preguntaron, diciendo: Maestro, MoisŽs nos escribi—: Si el hermano de alguno muriere teniendo mujer, y no dejare hijos, que su hermano se case con ella, y levante descendencia a su hermano.

 

Hubo, pues, siete hermanos; y el primero tom— esposa, y muri— sin hijos.

 

Y la tom— el segundo, el cual tambiŽn muri— sin hijos.

 

La tom— el tercero, y as’ todos los siete, y murieron sin dejar descendencia.

 

Finalmente muri— tambiŽn la mujer.

 

En la resurrecci—n, pues, Ŕde cu‡l de ellos ser‡ mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer?

 

Entonces respondiendo Jesśs, les dijo: Los hijos de este siglo se casan, y se dan en casamiento; mas los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrecci—n de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento.

 

Porque no pueden ya m‡s morir, pues son iguales a los ‡ngeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrecci—n.

 

Pero en cuanto a que los muertos han de resucitar, aun MoisŽs lo ense–— en el pasaje de la zarza, cuando llama al Se–or, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.

 

Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para Žl todos viven.

 

Cristo andaba dando pruebas teol—gicas, que pudieron tapar las bocas de sus oponentes, pero cuando se salio de la tumba, nos dio pruebas f’sicas y pruebas hist—ricas de que hay vida despuŽs de la muerte.

 

Un ejemplo mas para terminar este punto.

 

La doctrina de la resurrecci—n no solamente era dif’cil de creer para su oponentes, sino que hasta entre sus propios disc’pulos se ten’an dificultad con esto.

 

Juan 20:24-29  Pero Tom‡s, uno de los doce, llamado D’dimo,

no estaba con ellos cuando Jesśs vino.

 

Le dijeron, pues, los otros disc’pulos: Al Se–or hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la se–al de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creerŽ.

 

Ocho d’as despuŽs, estaban otra vez sus disc’pulos dentro, y con ellos Tom‡s. Lleg— Jesśs, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros.

 

Luego dijo a Tom‡s: Pon aqu’ tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y mŽtela en mi costado; y no seas incrŽdulo, sino creyente.

 

Entonces Tom‡s respondi— y le dijo: !!Se–or m’o, y Dios m’o!

 

Jesśs le dijo: Porque me has visto, Tom‡s, cre’ste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.

 

Y ojala, tu tambiŽn eres una de estas personas bienaventuradas que va a creer, sin ver con tus ojos, que hay vida despuŽs de la muerte.

 

Bueno, ahora, el punto numero dos, sobre lo que Cristo comprobaba con su resurrecci—n es queÉ

 

II.  Habr‡ Justicia Finalmente

 

A veces en esta vida, parece como que no hay justicia.  Esto se puede observar, por ejemplo, en los pa’ses en donde los carteles y los narcos tienen gran poder.

 

Hay hombres y mujeres que vivan ricos, traficando en drogas que pueden destruir las vidas de otros, sin consecuencias.

 

Sus sicarios andan matando a personas que ellos consideran indeseables, o personas que andan robando sus clientes o su territorio.

 

Otros ganen su dinero con sus secuestros, causando grandes angustias en las familias normales, y al mismo tiempo robando les a–os de ahorros.

 

Y lo peor de todos es que parece que se salgan con la suya, que se escapan con una impunidad alarmante.

 

Pero con la doctrina de la resurrecci—n, podemos ver que realmente no es as’.  Como Cristo dijoÉ

 

Juan 5:28-29   No os maravillŽis de esto; porque vendr‡

hora cuando todos los que est‡n en los sepulcros oir‡n su voz; y los que hicieron lo bueno, saldr‡n a resurrecci—n de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrecci—n de condenaci—n.

 

Estos narco terroristas no van a descansar en paz para siempre en sus tumbas, sino que se van a resucitar para enfrentar la realidad de que en el universo de Jehov‡ la impunidad no existe.  Y se van a rendir cuentas para todo y para siempre.  pausa

 

Y finalmente, mi punto final, de lo que Cristo comprobaba es que realmente hay perd—n verdadero para los que vienen a Cristo en fe, y en arrepentimiento.

 

III. Hay Perd—n

 

Y de este punto he seleccionado mi texto para hoy.

 

Marcos 16:1-7  Cuando pas— el d’a de reposo, Mar’a

Magdalena, Mar’a la madre de Jacobo, y SalomŽ, compraron especias arom‡ticas para ir a ungirle.

 

Y muy de ma–ana, el primer d’a de la semana, vinieron al sepulcro, ya salido el sol.

 

Pero dec’an entre s’: ŔQuiŽn nos remover‡ la piedra de la entrada del sepulcro?

 

Pero cuando miraron, vieron removida la piedra, que era muy grande.

 

Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron.

 

Mas Žl les dijo: No os asustŽis; busc‡is a Jesśs nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no est‡ aqu’; mirad el lugar en donde le pusieron.

 

Pero id, decid a sus disc’pulos, y a Pedro, que Žl va delante de vosotros a Galilea; all’ le verŽis, como os dijo.

 

Cristo, como nuestro ejemplo del hombre perfecto, cuando estaba llevando su cruz, en vez de pensar en sus propios sufrimientos, se pensaba en la destrucci—n de muchos que iba a venir a–os despuŽs de su muerte.

 

Lucas 23:25-31 Y le segu’a gran multitud del pueblo, y de

mujeres que lloraban y hac’an lamentaci—n por Žl.

 

Pero Jesśs, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de JerusalŽn, no llorŽis por m’, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos.

 

Porque he aqu’ vendr‡n d’as en que dir‡n: Bienaventuradas las estŽriles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no criaron.

 

Entonces comenzar‡n a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados: Cubridnos.

 

Porque si en el ‡rbol verde hacen estas cosas, Ŕen el seco, quŽ no se har‡?

 

Afortunadamente, los Cristianos escaparon de JerusalŽn antes de que era destruido, porque estaban escuchando lo que Cristo dijo.

 

Pero aun cuan Cristo estaba sufriendo en la cruz, sus pensamientos estaban en otras personas, por ejemplo, estaba pensando en el cuidado de su madre.

 

Juan 19:25-27  Estaban junto a la cruz de Jesśs su madre, y

la hermana de su madre, Mar’a mujer de Cleofas, y Mar’a Magdalena.

 

 

 

Cuando vio Jesśs a su madre, y al disc’pulo a quien Žl amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ah’ tu hijo.

 

DespuŽs dijo al disc’pulo: He ah’ tu madre. Y desde aquella hora el disc’pulo la recibi— en su casa.

 

Llevando los pecados del mundo, sufriendo lo insoportable, Cristo mir— abajo, y empez— a dar instrucciones para el cuidado de su madre.

 

Y lo que podemos ver en el texto de hoy, es que cuando Cristo ha resucitado, y estaba estableciendo la redenci—n del mundo, en medio de todo esto, estaba pensando en los problemas, en el desanimo de Pedro.   Y por esto se mand— el mensaje por medio del ‡ngel.

 

Marcos 16:6-7  Mas Žl les dijo: No os asustŽis; busc‡is a

Jesśs nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no est‡ aqu’; mirad el lugar en donde le pusieron.

 

Pero id, decid a sus disc’pulos, y a Pedro, que Žl va delante de vosotros a Galilea; all’ le verŽis, como os dijo.

 

ŔPero que fue el problema con Pedro?  ŔAcaso no era Pedro un disc’pulo como los dem‡s?  ŔPor quŽ su nombre tenia que estar mencionado, aparte, en este anuncio?

 

Bueno, Pedro era un gran hombre de Dios, pero a veces, como muchos de nosotros, Pedro se ca’a en problemas por la manera en que se usaba su boca.  Pedro siempre tenia que decir algo, y a veces hablaba cuando no se deb’a.

 

Unos ejemplos.

 

Mateo 16:21-23 Desde entonces comenz— Jesśs a declarar a

sus disc’pulos que le era necesario ir a JerusalŽn y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer d’a.

 

Entonces Pedro, tom‡ndolo aparte, comenz— a reconvenirle, diciendo: Se–or, ten compasi—n de ti; en ninguna manera esto te acontezca.

 

 

Pero Žl, volviŽndose, dijo a Pedro: !!Qu’tate de delante de m’, Satan‡s!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.

 

En vez de simplemente escuchar lo Cristo dijo, en vez de cerrar la boca y tratar de meditar sobre las palabras de Cristo, Pedro tenia que abrir su boca y contradecir al Se–or.  Y estaba fuertemente reprendido.

 

ÁPero esto no era la ultima vez!

 

Mas tarde Cristo estaba declarando lo que iba a pasar, en toda seriedad y otra vez Pedro tenia que abrir la boca.

 

Mateo 26:30-35 Y cuando hubieron cantado el himno, salieron

al monte de los Olivos.

 

Entonces Jesśs les dijo: Todos vosotros os escandalizarŽis de m’ esta noche; porque escrito est‡: HerirŽ al pastor, y las ovejas del reba–o ser‡n dispersadas.

 

Pero despuŽs que haya resucitado, irŽ delante de vosotros a Galilea.

 

Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizarŽ.

 

Jesśs le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negar‡s tres veces.

 

Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negarŽ. Y todos los disc’pulos dijeron lo mismo.

 

Pedro contradec’a al Se–or, y como era parte del liderazgo, todos los dem‡s segu’an su ejemplo, contradiciendo otra vez al Se–or de Gloria.

 

ÁPer ni esto era el colmo!

 

Como muchos de ustedes saben, cuando Cristo estaba finalmente arrestado, Pedro empez— a negar lo, aun con juramentos.

 

Lucas 22:54-62 Y prendiŽndole, le llevaron, y le condujeron

a casa del sumo sacerdote. Y Pedro le segu’a de lejos.

 

Y habiendo ellos encendido fuego en medio del patio, se sentaron alrededor; y Pedro se sent— tambiŽn entre ellos.

 

Pero una criada, al verle sentado al fuego, se fij— en Žl, y dijo: TambiŽn Žste estaba con Žl.

 

Pero Žl lo neg—, diciendo: Mujer, no lo conozco.

 

Un poco despuŽs, viŽndole otro, dijo: Tś tambiŽn eres de ellos. Y Pedro dijo: Hombre, no lo soy.

 

Como una hora despuŽs, otro afirmaba, diciendo: Verdaderamente tambiŽn Žste estaba con Žl, porque es galileo.

 

Y Pedro dijo: Hombre, no sŽ lo que dices. Y en seguida, mientras Žl todav’a hablaba, el gallo cant—.

 

Entonces, vuelto el Se–or, mir— a Pedro; y Pedro se acord— de la palabra del Se–or, que le hab’a dicho: Antes que el gallo cante, me negar‡s tres veces.

 

Y Pedro, saliendo fuera, llor— amargamente.

 

Hay una leyenda de la iglesia temprana, y ni se si es verdad, pero puede captar el sentimiento.  Dijeron que en la ma–ana, por casi todo su vida, cuando Pedro escuchaba un gallo cantando, que se form— una lagrima en la esquina de su ojo.

 

Y en otro evangelio dice que Pedro juraba que no conoc’a a Cristo.

 

Mateo 26:69-74 Pedro estaba sentado fuera en el patio; y se

le acerc— una criada, diciendo: Tś tambiŽn estabas con Jesśs el galileo.

 

 

Mas Žl neg— delante de todos, diciendo: No sŽ lo que dices.

 

Saliendo Žl a la puerta, le vio otra, y dijo a los que estaban all’: TambiŽn Žste estaba con Jesśs el nazareno.

 

Pero Žl neg— otra vez con juramento: No conozco al hombre.

 

Un poco despuŽs, acerc‡ndose los que por all’ estaban, dijeron a Pedro: Verdaderamente tambiŽn tś eres de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre.

 

Entonces Žl comenz— a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre. Y en seguida cant— el gallo.

 

Es por esto, que nuestro texto de hoy, es tan importante, para mostrar que la resurrecci—n de Cristo es una prueba de que hay perd—n.

 

Cuando Pedro escuchaba a los rumores de que Cristo estaba resucitado, a lo mejor lo cre’a.  A lo mejor pensaba, Ňpuede ser, y puede ser que se va a reunir con los dem‡s, pero a mi no me va a llamar, es que ya estoy descalificado, ya por problemas de la boca, pausa, yo ni merezco ser parte de este movimiento, y ciertamente no merezco estar en el liderazgo.Ó

 

Y Cristo sabia que todo esto estaba pasando por la mente  de Pedro.  Y por lo tanto pasaba el mensaje, de nuestro texto, por medio del ‡ngel.

 

Marcos 16:6-7  Mas Žl les dijo: No os asustŽis; busc‡is a

Jesśs nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no est‡ aqu’; mirad el lugar en donde le pusieron.

 

Pero id, decid a sus disc’pulos, y a Pedro, que Žl va delante de vosotros a Galilea; all’ le verŽis, como os dijo.

 

Cristo mandaba un mensaje a Pedro, un hombre deca’do, por medio del ‡ngel.  Y ojala, Dios est‡ mandando otra vez, en estos momentos, un mensaje a un hermano ca’do, o a una hermana ca’da, de que la resurrecci—n es una prueba de que hay perd—n para ti.

*------------------------- Conclusi—n --------------------*

 

En fin, es por esto que hoy d’a, celebramos el d’a de la resurrecci—n, y celebramos tambiŽn la Santa Cena, para recordar como Cristo ha pagado no por algunos, sino para todos de nuestros pecados.

 

En unos momentos, ofreceremos los elementos de pan, y de jugo, representando el vino, para los que han venido a Cristo en fe, y en arrepentimiento.

 

Juan 19:32-34

 

Vamos a orar