25 de febrero de 18

Alabando La Gloria De Su Gracia

Isa’as 43:14-28

Introducci—n

 

Estamos aun entre las doctrinas de gran animo para el pueblo de Dios en esta segunda mitad del capitulo.

 

En la primera mitad, Dios expresaba su amor intenso por su pueblo diciendo Òm’o eres tuÓ.

 

Y ahora, va a ayudar les a entender su pasado, su futuro y su prop—sito en el mundo.

 

14) As’ dice Jehov‡, Redentor vuestro, el Santo de Israel: Por vosotros enviŽ a Babilonia, e hice descender como fugitivos a todos ellos, aun a los caldeos en las naves de que se gloriaban.

 

Cuando empieza diciendo ÒAs’ dice Jehov‡Ó, es para recordar nos que esto no es simplemente una opini—n del profeta Isa’as.  No, son palabras de Dios para el pueblo primeramente en la Žpoca de Isa’as, pero tambiŽn para todos los hermanos de la historia del mundo.

 

14) As’ dice Jehov‡, Redentor vuestro, el Santo de Israel: Por vosotros enviŽ a Babilonia, e hice descender como fugitivos a todos ellos, aun a los caldeos en las naves de que se gloriaban.

 

El Santo de Israel es un nombre favorito de Isa’as, para su Dios, porque en el capitulo 6, el profeta vio una visi—n de Dios en toda su Santidad, donde los ‡ngeles clamaban Santo, Santo, Santo.

 

El pueblo aun no ha sido atacado por Babilonia, esto ser‡ en el futuro, pero aun ahora Dios anuncia la ca’da de Babilonia.

 

No solamente porque Dios ya sabe el futuro, sino porque Dios est‡ controlando, predestinando el futuro.

 

Los poderosos de Babilonia iban a descender como fugitivos en sus naves, como esclavos para estar vendidos a otras naciones.   Y los fieles entre los jud’os iban a entender todo esto siglos antes.

 

 

15) Yo Jehov‡, Santo vuestro, Creador de Israel, vuestro Rey.

 

Para algunos, dŽbiles, pensar de Jehov‡ como rey pudiera ser un poco rid’culo.  El reino estaba arruinado.  El templo iba estar destruido.  El pueblo seria dominado por otros.  pausa

 

Pero el reinado de Dios, estaba intacto, como en neutros tiempos de una Cristiandad debilitada.

 

Cuando dice vuestro Creador como pueblo, esto implica dos cosas.  Primero, el nombre de Dios estaba conectado con su pueblo, y por esto el pueblo no pudo simplemente desaparecer, ni estar esparcido.

 

Por la gloria de Dios, todo esto tenia que llegar a su buen fin. 

 

Segundo, como el creador del pueblo, Dios tenia el derecho de establecer sus normas, su moralidad.

 

16) As’ dice Jehov‡, el que abre camino en el mar, y senda en las aguas impetuosas;

 

Ahora, estamos recordando algo de la historia.  Dios abri— camino en el mar cuando el pueblo sali— de Egipto, siglos atr‡s.

 

El mismo Dios que respond’a con gran poder en el pasado, pudo hacer el mismo el futuro.  Los jud’os eran ya un pueblo antiguo.  Ir a Babilonia, y despuŽs escapar no seria su primera vez. 

 

Ya ten’an experiencia de esto en Egipto, siglos antes.

 

17) el que saca carro y caballo, ejŽrcito y fuerza; caen juntamente para no levantarse; fenecen, como p‡bilo quedan apagados.

 

Esto es una expresi—n de la soberan’a completa de Dios.  Fara—n y sus soldados no solamente salieron al mar rojo de su albedr’o libre.  No, todo esto estaba bajo el control del plan, y del orden de Dios.

 

Como vimos antes, Dios estaba dispuesto a sacrificar otros pueblos para el suyo.  Y algo semejante iba a pasar, saliendo de Babilonia.

 

18) No os acordŽis de las cosas pasadas, ni traig‡is a memoria las cosas antiguas.

 

Esto realmente es el coraz—n del mensaje de hoy.  Y es un poco sutil, hay que prestar atenci—n.  

 

El profeta recuerde todos de la salida de Egipto, el ƒxodo, pero despuŽs dice, no acordŽis de esto.  ÀPero por que?

 

Es que la salida de Egipto era algo sumamente glorioso, con todas las plagas, con el mar rojo abriendo.

 

Pero algo aun mas glorioso iba a pasar en su futuro.  Este segundo ƒxodo seria de alguna manera mas gloriosa.

 

Pero millones salieron de Egipto, y solamente unos cincuenta mil iban a salir de Babilonia, o se sea Persa.

 

Y despuŽs en el tiempo de Esdras y Nehem’as, iban a tener muchas luchas.

 

ÀComo es posible que el ƒxodo segundo seria mas glorioso?

 

19) He aqu’ que yo hago cosa nueva; pronto saldr‡ a luz; Àno la conocerŽis? Otra vez abrirŽ camino en el desierto, y r’os en la soledad.

El ƒxodo segundo iba a llevar todos al nuevo pacto.  Y no deber’an de siempre identificar se con MoisŽs y el pacto primero.

Muchos no aprendieron esto, y cuando Cristo vino, estos estaban aun identificando se con MoisŽs, y el pacto antiguo.  Todo esto era muy claro cuando Cristo san— aun ciego en el nueve de Juan .

 

Juan 9:25-28   Entonces Žl respondi— y dijo: Si es pecador,

no lo sŽ; una cosa sŽ, que habiendo yo sido ciego, ahora veo.

 

Le volvieron a decir: ÀQuŽ te hizo? ÀC—mo te abri— los ojos?

 

El les respondi—: Ya os lo he dicho, y no habŽis querido o’r; Àpor quŽ lo querŽis o’r otra vez? ÀQuerŽis tambiŽn vosotros haceros sus disc’pulos?

 

Y le injuriaron, y dijeron: Tœ eres su disc’pulo; pero nosotros, disc’pulos de MoisŽs somos.

Los que esperaban este pacto nuevo, estaban dispuestos a recibir a Cristo, estaban anticipando su llegada.  Pero los que se identificaban con el primer ƒxodo, estaban siempre identificados con MoisŽs, para su ruina total.

 

En el primer pacto, su ƒxodo era de una esclavitud f’sica, en el segundo pacto, de una esclavitud espiritual.

 

Hasta Jerem’as hablaba de un nuevo pacto, e Ezequiel de c—mo esto iba a cambar el coraz—n de uno.

 

Ezequiel 36:25-27    EsparcirŽ sobre vosotros agua limpia, y

serŽis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ’dolos os limpiarŽ.

 

Os darŽ coraz—n nuevo, y pondrŽ esp’ritu nuevo dentro de vosotros; y quitarŽ de vuestra carne el coraz—n de piedra, y os darŽ un coraz—n de carne.

 

Y pondrŽ dentro de vosotros mi Esp’ritu, y harŽ que andŽis en mis estatutos, y guardŽis mis preceptos, y los pong‡is por obra.

 

Esto pas—, con la llegada de Cristo, y el derramamiento del Esp’ritu Santo, sobre nosotros.

 

20) Las fieras del campo me honrar‡n, los chacales y los pollos del avestruz; porque darŽ aguas en el desierto, r’os en la soledad, para que beba mi pueblo, mi escogido.

 

Ahora el profeta estaba regresando al la poes’a.  Hay muchos lugares en la Biblia en que los animales parecen como que honran a Dios.

 

Cuando Dios instruir‡ a Job sobre la creaci—n, hablaba de   su providencia y c—mo cuidaba de los animales.

 

Job 38:39-41   ÀCazar‡s tœ la presa para el le—n?

ÀSaciar‡s el hambre de los leoncillos,

Cuando est‡n echados en las cuevas,

O se est‡n en sus guaridas para acechar?

ÀQuiŽn prepara al cuervo su alimento,

Cuando sus polluelos claman a Dios,

Y andan errantes por falta de comida?

 

 

Y los animales saben, de alguna manera de que estan cuidados por Dios, como que tenian su lugar en el arca de Noe.

 

Esto tambiŽn est‡ en los salmos y en otros lugares.

 

Salmos 147:9   El da a la bestia su mantenimiento,

Y a los hijos de los cuervos que claman.

 

Para Dios los animales son importantes, pero los hombres redimidos son muchos mas importantes.

 

Mateo 10:29-31 ÀNo se venden dos pajarillos por un cuarto?

Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre.  Pues aun vuestros cabellos est‡n todos contados.  As’ que, no tem‡is; m‡s valŽis vosotros que muchos pajarillos.

 

Y esto est‡ realmente el punto del texto.  Los chacales y los pollos del avestruz serian felices por el agua en el desierto, pero el pueblo redimido seria mas importante.

 

Esto fue confirmado cuando Cristo echo una legi—n de demonios a un hombre, y se entraron en los cerdos, matando a dos mil. 

 

Un hombre, redimido en Cristo, aun uno que antes viv’a como animal, pose’do por demonios, una vez redimido, vale mucho mas de dos mil cerdos.

 

Dios sacrificaba naciones para Israel, dijo en el primera mitad de este capitulo, y sacrificaba una gran cantidad de cerdos, rescatando un endemoniado.

 

21) Este pueblo he creado para m’; mis alabanzas publicar‡.

 

Esto es nuestro prop—sito aqu’.  Estamos redimidos, salvados, no solamente para escapar de problemas graves, y de una vida de pecado, sino que estamos salvados para algo, para alabar la gloria de su gracia.

 

Hay muchos que vienen a Dios buscando ayuda, si sus vidas ya est‡n insoportables.  Quieren estar salvados de algo.  Pero los que est‡n realmente salvados, est‡n salvados para algo.

 

Van a glorificar a Dios, van a servir el reino de Cristo, van al alabar la gloria de su gracia.

 

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Ahora, el tema va a cambiar un poco.  Dios va a registrar unas quejas, justificando su decisi—n dr‡stica, de mandar su pueblo otra vez a la esclavitud.

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22) Y no me invocaste a m’, oh Jacob, sino que de m’ te cansaste, oh Israel.

 

El pueblo estaba aburrido del servicio de Dios.  ÀHermano, hermana, alguna vez has sentido, pasando los a–os, has sentido aburrido con tu Dios?

 

Es mucho venir cada semana, a la iglesia, y para algunos es mas de una vez de la semana, los hermanos vienen, sirviendo, orando, limpiando, ensayando.

 

ÀHa convertido todo esto en una gran carga para ti?

 

22) Y no me invocaste a m’, oh Jacob, sino que de m’ te cansaste, oh Israel.

 

Ya ni querr’an orar.  O si oraban, era solamente una rutina, su coraz—n, su mente estaba en otro lugar.

 

Y Dios sent’a todo esto.

 

ÀComo est‡ ahora contigo, hermano, hermana, joven?  ÀAun tienes un amor por tu Dios, un entusiasmo por su servicio?

 

Si no es as’, quiero orar para ti terminando el servicio.

Porque cuando esto pasa con uno, est‡s en un estado de peligro.

 

23) No me trajiste a m’ los animales de tus holocaustos, ni a m’ me honraste con tus sacrificios; no te hice servir con ofrenda, ni te hice fatigar con incienso.

 

Algunos ya no estaban ofreciendo nada.  Otros ofrecieron, pero era para ellos una carga pesada.

 

A lo mejor San Pablo pensaba en esto cuando declaraba.

 

2 Corintios 9:7 Cada uno dŽ como propuso en su coraz—n:

no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.

 

 

 

Este pueblo en el tiempo de Isa’as, o no daban nada, o si daban, era con coraz—n triste, como que todo era una gran carga.

 

24) No compraste para m’ ca–a arom‡tica por dinero, ni me saciaste con la grosura de tus sacrificios, sino pusiste sobre m’ la carga de tus pecados, me fatigaste con tus maldades.

 

En estos œltimos dos vers’culos, dice, que Òno era para m’Ó.  Si estaban dando algo, era para costumbre, o para mantener su reputaci—n delante del pueblo, pero Dios dice claramente, Òno era para m’Ó.

 

Es como hijos que vienen a la iglesia solamente para complacer a sus padres.  O una persona casada, que tiene una participaci—n minima, solamente para agradar a su pareja, y mantener la paz e la casa.

 

A tales personas, Dios pudiera decir, ÒS’, vienes a mi casa, a veces, pero no es para m’Ó.

 

24) No compraste para m’ ca–a arom‡tica por dinero, ni me saciaste con la grosura de tus sacrificios, sino pusiste sobre m’ la carga de tus pecados, me fatigaste con tus maldades.

 

En vez de servir a Dios con un coraz—n alegre, lo que ofrecieron a Dios era la carga de sus pecados, sus maldades.

 

Esto seria como un joven que en vez de servir a Dios con alegr’a y en santidad, viv’a faltando el respeto a sus padres.  Y la queja de Dios seria me fatigaste con tus maldades.

 

O un hombre que estaba activo en la iglesia, pero su coraz—n realmente est‡ antes que nada en su dinero, en su trabajo, y venir al servicio de Dios es solamente una carga.  Dios puede decir a ti hermano, me fatigaste con tus maldades.

 

O una hermana, regular en su asistencia, pero mas activa en la chismosear’a, Dios pudiera quejar se diciendo me fatigaste con tus maldades.

 

Pero ahora viene la gran sorpresa del capitulo.

 

 

El pueblo no estaba sirviendo a Dios con un coraz—n alegre, sino que estaba poniendo sobre Dios la carga pesada de sus pecados, y milagro de milagros, Dios aceptaba la carga.

 

25) Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de m’ mismo, y no me acordarŽ de tus pecados.

 

En medio de sus quejas, Dios anuncia su perd—n de pecados.

 

Tu hermano, hermana, joven has cargado a Dios con tus maldades, y Cristo dice, aceptŽ al carga, la llevaba llevando la cruz, lo llevaba llevando la corona de espinas.

 

Por esto, vivimos, alabando la gloria de su gracia.

 

Y es pura gracia, porque no hicimos nada para merecer ese gran amor y esa gran consideraci—n.

 

Y el profeta quiere comprobar todo esto, antes de continuar.

 

25) Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de m’ mismo, y no me acordarŽ de tus pecados.

 

Dios te salv—, por su gracia, no por algo bueno que vio en ti, sino que Dios te salv— para su propia gloria.

 

Efesios 1:4-6  Segœn nos escogi— en Žl antes de la

fundaci—n del mundo, para que fuŽsemos santos y sin mancha delante de Žl, en amor habiŽndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, segœn el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado.

 

Por esto, hermano, hermana estabas salvada, redimida en la sangre de Cristo Jesœs, para alabanza de la gloria de su gracia.

 

Estabas tal vez salvado de algo, pero tambiŽn estas salvado a algo, a la alabanza al servicio gozoso de tu Se–or.  Esto es el prop—sito de la iglesia.

 

La iglesia existe para la alabanza de la gloria de su gracia.

 

25) Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de m’ mismo, y no me acordarŽ de tus pecados.

En fin, estamos redimidos no por nada bueno en nosotros, sino que Dios hizo todo esto para glorificar a si mismo, para honrar a su hijo.

 

En cuanto a nosotros Žramos sucios.

 

Romanos 3:23   Por cuanto todos pecaron, y est‡n

destituidos de la gloria de Dios,

 

Ninguna persona aqu’, merec’a la salvaci—n de Cristo.

 

Romanos 5:6-10 Porque Cristo, cuando aœn Žramos dŽbiles, a

su tiempo muri— por los imp’os.

 

Ciertamente, apenas morir‡ alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.

 

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aœn pecadores, Cristo muri— por nosotros.

 

Pues mucho m‡s, estando ya justificados en su sangre, por Žl seremos salvos de la ira.

 

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho m‡s, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

 

ƒramos imp’os.  ƒramos los enemigos de Dios.

 

Y si no est‡s de acuerdo con estas conclusiones, Dios te dar‡ una oportunidad de justificar te.

 

26) Hazme recordar, entremos en juicio juntamente; habla tœ para justificarte.

 

ÀQue vas a decir? ÒPero yo me cre’, y estoy justificada por la fe.Ó

 

Es cierto, estamos justificados por la fe.

 

Romanos 5:1    Justificados, pues, por la fe, tenemos paz

para con Dios por medio de nuestro Se–or Jesucristo.

 

ÀPero como conseguiste esa fe?  Hasta tu fe era un don de Dios.

Efesios 2:8-10 Porque por gracia sois salvos por medio de

la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se glor’e.

 

Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesœs para buenas obras, las cuales Dios prepar— de antemano para que anduviŽsemos en ellas.

 

Tu estabas muerto en tus pecados.

 

Efesios 2:1-2  Y Žl os dio vida a vosotros, cuando estabais

muertos en vuestros delitos y pecados, en

los cuales anduvisteis en otro tiempo,

siguiendo la corriente de este mundo,

conforme al pr’ncipe de la potestad del

aire, el esp’ritu que ahora opera en los

hijos de desobediencia.

 

ÀQuieres otra oportunidad de defender tu propia justicia?

 

26) Hazme recordar, entremos en juicio juntamente; habla tœ para justificarte.

 

Tal vez otra persona puede decir ÒÁPero yo me arrepent’a de mis pecados, y por esto Dios tenia que redimir me!Ó

 

Gloria a Dios que has arrepentido, hermano, pero hasta tu arrepentimiento es un don de Dios.

 

2 Timoteo 2:24-26    Porque el siervo del Se–or no debe ser

contencioso, sino amable para con todos, apto para ense–ar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quiz‡ Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que est‡n cautivos a voluntad de Žl.

 

Hechos 5:31    A Žste, Dios ha exaltado con su diestra por

Pr’ncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perd—n de pecados.

 

Hechos 11:18   Entonces, o’das estas cosas, callaron, y

glorificaron a Dios, diciendo: !!De manera que tambiŽn a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!

 

Pero el profeta va a continuar comprobando su punto.

 

27) Tu primer padre pec—, y tus ense–adores prevaricaron contra m’.

 

Tal vez habla de Abraham, que antes de conocer a Dios servia a los ’dolos, tambiŽn se minti— sobre su esposa.

 

MoisŽs y Aaron ten’an sus momentos de gran pecado.  MoisŽs mat— a un Egipcio, sin justificaci—n alguna, en su juventud.

 

David, Salom—n, cayeron terriblemente.

 

Nadie aqu’ realmente conoce mucho de mi vida, antes de conocer a Cristo, pero yo seguramente estuve en rumbo al infierno.

 

No hay nadie aqu’ que puede decir que se merec’a la salvaci—n de Cristo.  De otra manera seria por merito humano, y no por la gracia y la misericordia y la gloria de Dios.

 

Nosotros estamos salvados por el merito de la muerte de Cristo, y por lo tanto ahora vivimos para la alabanza de la gloria de su gracia.

 

28) Por tanto, yo profanŽ los pr’ncipes del santuario, y puse por anatema a Jacob y por oprobio a Israel.

 

En este ultimo verso, Dios justifica la sentencia de setenta a–os en Babilonia.

 

Y no es ninguna contradicci—n, de lo que dijo antes.  Piensa en David, que estaba perdonado de su pecado con BetsabŽ, pero de todos modos sufr’a consecuencias en su familia.

 

========================= Conclusi—n ======================

 

Servimos a Dios en gratitud.  Pero si ahora todo esto es una carga para ti, si ahora est‡s cada vez mas aburrido con los asuntos de Cristo y su reino, entonces est‡s en una condici—n bastante grave, y queremos orar para ti, en unos momentos.

 

Porque la vida Cristian debe de ser una alabanza constante, de la gloria de su gracia infinita.

                     Vamos a orar!