31 de septiembre de 17

Un A–o Sin Miedo

Isa’as 8:12-13

Introducci—n

 

Para terminar este a–o, y para entrar en un a–o nuevo, quiero sacar otro tema, de este gran libro de Isa’as.

 

Hemos visto ya, estudiando el profeta, que el pueblo sufr’a por grandes miedos.  Poderosos enemigos estaban levantando se en todos lados, y los reyes y otros lideres, viviendo lejos de Dios, buscaban maneras pecaminosas de encontrar su seguridad.

 

Y en medio de toda esa corrupci—n en la cultura, y en el gobierno, Isa’as tenia un mensaje para los fieles.

 

Isa’as 8:12-13 No llamŽis conspiraci—n a todas las cosas

que este pueblo llama conspiraci—n; ni tem‡is lo que ellos temen, ni teng‡is miedo.  A Jehov‡ de los ejŽrcitos, a Žl santificad; sea Žl vuestro temor, y Žl sea vuestro miedo.

 

Hermano, hermana, si entres en este a–o, con Dios como tu temor, con tu Padre celestial como tu miedo, entonces puedes entrar en un a–o sin miedos pecaminosos.

 

Y es un punto importante, porque como veremos, los miedos pecaminosos, han estado el punto dŽbil, para muchos de los grandes de la fe.  pausa

 

Isa’as actualmente tiene mucho que decir sobre el tema.

 

Isa’as 41:10   No temas, porque yo estoy contigo; no

desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudarŽ, siempre te sustentarŽ con la diestra de mi justicia.

 

Parte de la soluci—n ser‡, conocer las promesas gloriosas que Dios nos ha dado.

 

Isa’as 43:2    Cuando pases por las aguas, yo estarŽ

contigo; y si por los r’os, no te anegar‡n. Cuando pases por el fuego, no te quemar‡s, ni la llama arder‡ en ti.

 

 

Para sugerir, que entremos, cada uno en un a–o nuevo, sin miedos, sin temores pecaminosos, tengo tres puntos.

 

1) El Peligro de los miedos pecaminosos.

2) El Par‡lisis causado por el miedo.

3) La Soluci—n que puede proteger te de todo esto.

 

1) El Peligro de los miedos pecaminosos.

 

Para sentir el impacto del peligro de los miedos pecaminosos, solamente tenemos que considerar unos de los grandes de la historia de la fe.

 

Antes que nada, Abraham, que es conocido como el gran padre de los fieles.  Abraham que era amigo de Dios y hasta dispuesto a sacrificar a su propio hijo si esto fuera lo que Dios deseaba.

 

Pero hasta Abraham tiene una mancha sobre su reputaci—n, por los miedos pecaminosos.

 

Y era triste, porque Abraham tenia una promesa gloriosa de Dios.

 

GŽnesis 15:1   DespuŽs de estas cosas vino la palabra de

Jehov‡ a Abram en visi—n, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galard—n ser‡ sobremanera grande.

 

Pero en varias ocasiones, por miedo irracional y pecaminoso, Abraham minti— sobre su esposa guapa, diciendo que era solamente su hermana.

 

GŽnesis 20:1-9 De all’ parti— Abraham a la tierra del

Neguev, y acamp— entre Cades y Shur, y habit— como forastero en Gerar.

 

Y dijo Abraham de Sara su mujer: Es mi hermana. Y Abimelec rey de Gerar envi— y tom— a Sara.

 

Pero Dios vino a Abimelec en sue–os de noche, y le dijo: He aqu’, muerto eres, a causa de la mujer que has tomado, la cual es casada con marido.

 

Mas Abimelec no se hab’a llegado a ella, y dijo: Se–or, Àmatar‡s tambiŽn al inocente?

 

ÀNo me dijo Žl: Mi hermana es; y ella tambiŽn dijo: Es mi hermano? Con sencillez de mi coraz—n y con limpieza de mis manos he hecho esto.

 

Y le dijo Dios en sue–os: Yo tambiŽn sŽ que con integridad de tu coraz—n has hecho esto; y yo tambiŽn te detuve de pecar contra m’, y as’ no te permit’ que la tocases.

Ahora, pues, devuelve la mujer a su marido; porque es profeta, y orar‡ por ti, y vivir‡s. Y si no la devolvieres, sabe que de cierto morir‡s tœ, y todos los tuyos.

 

Entonces Abimelec se levant— de ma–ana y llam— a todos sus siervos, y dijo todas estas palabras en los o’dos de ellos; y temieron los hombres en gran manera.

DespuŽs llam— Abimelec a Abraham, y le dijo: ÀQuŽ nos has hecho? ÀEn quŽ pequŽ yo contra ti, que has atra’do sobre m’ y sobre mi reino tan grande pecado? Lo que no debiste hacer has hecho conmigo.

 

Hay varios puntos aqu’, que tenemos que notar.  Primero, Abraham no tenia que temer, porque tenia la protecci—n, hasta la promesa de Dios. 

 

En fin Dios bloqueaba a ese rey de tocar a su esposa.  La mentira ni era necesaria.

 

Pero secundo, el pasaje termina con el hombre incrŽdulo, el hombre pagano, reprendiendo al creyente.

 

Y hermano, esto es exactamente la vergŸenza que el diablo quiere regalar te en este a–o nuevo.

 

Los miedos pecaminosos son herramienta de Satan‡s, y hasta los muy grandes de la fe est‡n susceptibles a ellos.

 

Por esto estoy proponiendo este a–o nuevo, como un a–o sin miedo.  Y si estos miedos empiezan a entrar en tu mente, que te pides, ÒÀDe donde viene todo esto? Esto no ha venido de mi Dios,..Ó 

 

2 Timoteo 1:7  Porque no nos ha dado Dios esp’ritu de

cobard’a, sino de poder, de amor y de dominio propio.

 

Otro ejemplo de los grandes.  Aar—n, el hermano de MoisŽs, el primer sumo sacadote, era un gran hombre, pero..

 

Cuando MoisŽs se desaparec’a, por un tiempo en el monte con Dios, por temor del hombre, Aar—n tambiŽn consigui— una mancha grande sobre su reputaron.

 

ƒxodo 32:1-5   Viendo el pueblo que MoisŽs tardaba en

descender del monte, se acercaron entonces a Aar—n, y le dijeron: Lev‡ntate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este MoisŽs, el var—n que nos sac— de la tierra de Egipto, no sabemos quŽ le haya acontecido.

 

Y Aar—n les dijo: Apartad los zarcillos de oro que est‡n en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traŽdmelos.

 

Entonces todo el pueblo apart— los zarcillos de oro que ten’an en sus orejas, y los trajeron a Aar—n; y Žl los tom— de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundici—n. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.

 

Y viendo esto Aar—n, edific— un altar delante del becerro; y pregon— Aar—n, y dijo: Ma–ana ser‡ fiesta para Jehov‡.

 

Por esto Dios estaba sumamente enojado, y MoisŽs tambiŽn.

 

ƒxodo 32:21-24 Y dijo MoisŽs a Aar—n: ÀQuŽ te ha hecho este

pueblo, que has tra’do sobre Žl tan gran pecado?  Y respondi— Aar—n: No se enoje mi se–or; tœ conoces al pueblo, que es inclinado a mal.

 

Porque me dijeron: Haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este MoisŽs, el var—n que nos sac— de la tierra de Egipto, no sabemos quŽ le haya acontecido.

 

Y yo les respond’: ÀQuiŽn tiene oro? Apartadlo. Y me lo dieron, y lo echŽ en el fuego, y sali— este becerro.

 

Las razones, la explicaci—n de Aar—n, era irracional. ÒY lo echŽ en el fuego, y sali— este becerro.Ó

 

Era rid’culo, y es a esto el diablo quiere llevar te a ti, dejando te como creyente, o como l’der, o como padre, en una posici—n rid’cula.  Y todo por el temor del hombre.

 

Proverbios 29:25     El temor del hombre pondr‡ lazo;

Mas el que conf’a en Jehov‡ ser‡ exaltado.

 

Y ese lazo, es unos de los favoritos, de tu enemigo.  Por lo tanto estoy sugiriendo que decides, en el poder del Se–or, que este nuevo a–o, ser‡ un a–o sin miedo.

 

Un ultimo ejemplo de c—mo el miedo pecaminoso puede poner te en peligro viene del nuevo testamento.

 

Marcos 14:66-72 Estando Pedro abajo, en el patio, vino

una de las criadas del sumo sacerdote;  y cuando vio a Pedro que se calentaba, mir‡ndole, dijo: Tœ tambiŽn estabas con Jesœs el Nazareno.

 

Mas Žl neg—, diciendo: No le conozco, ni sŽ lo que dices. Y sali— a la entrada; y cant— el gallo.

 

Y la criada, viŽndole otra vez, comenz— a decir a los que estaban all’: Este es de ellos.

 

Pero Žl neg— otra vez. Y poco despuŽs, los que estaban all’ dijeron otra vez a Pedro: Verdaderamente tœ eres de ellos; porque eres Galileo, y tu manera de hablar es semejante a la de ellos.

 

Entonces Žl comenz— a maldecir, y a jurar: No conozco a este hombre de quien habl‡is.

 

Y el gallo cant— la segunda vez. Entonces Pedro se acord— de las palabras que Jesœs le hab’a dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negar‡s tres veces. Y pensando en esto, lloraba.

 

ÀHermano, est‡s tu negando tu Se–or, en tu manera de vivir entre los incrŽdulos?  ÀEst‡s tu viviendo entre ellos, a veces, como que ni conoces a Cristo como tu Se–or?

 

Poco antes de esto Pedro estaba declarando con toda confianza de que esto jam‡s iba a pasar con Žl.  Otros, tal vez iban a negar a Cristo, pero Žl, jam‡s.

 

ÁPoco antes, hasta estaba atacando a la gente con una espada!

 

Juan 18:10 Entonces Sim—n Pedro, que ten’a una espada,

la desenvain—, e hiri— al siervo del sumo sacerdote, y le cort— la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco.

 

Era bien bravo, por un rato, pero en el momento de la prueba, el diablo sabia exactamente c—mo aprovechar se de su debilidad, el temor del hombre.

 

Proverbios 29:25     El temor del hombre pondr‡ lazo;

Mas el que conf’a en Jehov‡ ser‡ exaltado.

 

2) El Par‡lisis causado por el miedo.

 

Hermanos, la iglesia en los estados unidos es grande.  Hay muchos millones que profesan la fe en Cristo.

 

Pero en nuestra Žpoca, tenemos cada vez menos influencia e impacto en la cultura.  ÀComo es esto?  ÀPorque es as’?

 

Quiero sugerir que en nuestra generaci—n, la gran mayor’a de nosotros estamos paralizados por el miedo.

 

La gran mayor’a de los hermanos jam‡s van a intentar evangelizar ni compartir su fe, ni invitar a alguien a la iglesia, porque estamos paralizados en el temor.  Y nota lo hermano, es un temor pecaminoso.

 

Y esto no es una critica, pero es nuestra lucha.  Los hermanos, que finalmente vean nuestra obligaci—n de compartir la fe, y salgan, descubran que es posible ir a las calles, y repartir unos folletos, pausa, pero para empezar a dialogar con la gente, es casi imposible.

 

Y esto es para los hermanos que actualmente salgan, con la intenci—n de evangelizar.  Estoy hablando de los del valor y de determinaci—n.

Se ve que gran parte de la iglesia en este pa’s est‡ paralizada.  Y si esto est‡ impactando a ti, te puedes empezar la lucha hoy d’a, inventando a alguien a la vigilia de esta noche para terminar el a–o en gloria y en la esperanza de un a–o, sin miedo.

 

Finalmente, para terminar, vamos al punto final.

 

3) La Soluci—n que puede proteger te de todo esto.

 

Hermanos, no es necesario, vivir en los temores pecaminosos.  La palabra de Dios est‡ llena de remedios para esto.  De echo, el mandamiento mas popular en toda la Biblia es, ÒÁNo tem’as!Ó

 

Muchos han contado, y descubierto que tres cientos cincuenta y cinco veces, en las escrituras, dice ÒÁNo tem’as!Ó, o algo semejante.

 

Como que nos vamos a necesitar escuchar algo sobre esto cada d’a del a–o.

 

Pero Dios nos ha dado estrategias para escapar nos de ese lazo, demoniaco.

 

a) Avanzado en la fe y en la madurez Cristiana.

 

Cuando estamos muy nuevos en la fe, Dios nos ha dado un primer amor, un gran entusiasmo, pero pasando el tiempo las cosas cambian, y para seguir como fuertes, tenemos que luchar para caminar, cerca del Se–or.

 

Proverbios 28:1 Huye el imp’o sin que nadie lo persiga;

Mas el justo est‡ confiado como un

le—n.

 

Si sigamos jugando con el pecado, el miedo encontrar‡ su manera de entrar.  Pero cerca de Cristo, separado del mundo, la fortaleza ser‡ nuestra.

 

Proverbios 28:1 Huye el imp’o sin que nadie lo persiga;

Mas el justo est‡ confiado como un

le—n.

 

Pedro conoc’a algo de todo esto, ya hemos considerado su gran ca’da.  Pero mas tarde, llegando a la sabidur’a de la madurez Cristiana, nos exhortaba en su segundo libro.

 

 

2 Pedro 1:3-10 Como todas las cosas que pertenecen a la

vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llam— por su gloria y excelencia,

 

por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grand’simas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupci—n que hay en el mundo a causa de la concupiscencia;

 

vosotros tambiŽn, poniendo toda diligencia por esto mismo, a–adid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad;

 

a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.

 

Porque si estas cosas est‡n en vosotros, y abundan, no os dejar‡n estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Se–or Jesucristo.

 

Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificaci—n de sus antiguos pecados.

 

Por lo cual, hermanos, tanto m‡s procurad hacer firme vuestra vocaci—n y elecci—n; porque haciendo estas cosas, no caerŽis jam‡s.

 

Hay una gran promesa aqu’.  Te puedes vivir en la plena confianza de tu salvaci—n en Cristo, escapando para siempre el temor de la muerte, que el diablo ha empleado para controlar a muchos.

 

Pero hermano, hermana, hay algo aqu’ que tienes que hacer.  Hay un trabajo, para ti, existe una lucha para ti, en contra de la carne, en contra del estancamiento.

 

b) La separaci—n del mundo.

 

De esto tenemos que hablar a cada cuando, especialmente con los j—venes.

2 Timoteo 2:3-4 Tœ, pues, sufre penalidades como buen

soldado de Jesucristo.  Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tom— por soldado.

 

Esto no dice que no podemos trabajar, o estudiar, pero s’ dice que no podemos permitir que todo esto sea lo mas importante de nuestras vidas.

 

Para vivir libre de los temores pecaminosos, es necesario poner el reino de Cristo en el primer lugar.

 

Mateo 6:31-34  No os afanŽis, pues, diciendo: ÀQuŽ

comeremos, o quŽ beberemos, o quŽ vestiremos?

 

Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenŽis necesidad de todas estas cosas.

 

Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os ser‡n a–adidas.

 

As’ que, no os afanŽis por el d’a de ma–ana, porque el d’a de ma–ana traer‡ su af‡n. Basta a cada d’a su propio mal.

 

c) Caminar con la conciencia limpia.

 

San Pablo viv’a mayormente libre de todos estos miedos pecaminosos.  Hasta no tenia miedo de la muerte.

 

Filipenses 1:21 Porque para m’ el vivir es Cristo,

y el morir es ganancia.

 

Pablo entend’a que en esta vida, tenemos las luchas y las frustraciones, pero entrando en la eternidad, todas las lagrimas se desaparecen.

 

Por esto ni la muerte era para Žl, un tropiezo de miedo.

Pero viv’a con su conciencia tranquila.

 

2 Corintios 1:12     Porque nuestra gloria es esta: el

testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabidur’a humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho m‡s con vosotros.

Y cuando San Pablo enumer— las calificaciones de un diacono, dijo que era vital, vivir con la conciencia limpia.

1 Timoteo 3:8-9 Los di‡conos asimismo deben ser

honestos, sin doblez, no dados a mucho vino, no codiciosos de ganancias deshonestas; que guarden el misterio de la fe con limpia conciencia.

 

d) Finalmente, el punto mas grande de la soluci—n de todo esto es vivir en el temor de Dios.

 

El temor de Dios, expulsar‡ toda forma de miedo pecaminoso, como hemos visto en nuestro texto.

 

Isa’as 8:12-13 No llamŽis conspiraci—n a todas las cosas

que este pueblo llama conspiraci—n; ni tem‡is lo que ellos temen, ni teng‡is miedo.  A Jehov‡ de los ejŽrcitos, a Žl santificad; sea Žl vuestro temor, y Žl sea vuestro miedo.

 

Esto, en conclusi—n, es la llave principal.

Proverbios 16:6 Con misericordia y verdad se corrige el

pecado, Y con el temor de Jehov‡ los

hombres se apartan del mal.

 

Cuando tienes el temor de Dios, no vas a sufrir para por temores, ni miedos pecaminosos, que manchan las reputaciones, hasta de los grandes.

 

Proverbios 16:3 Encomienda a Jehov‡ tus obras,

Y tus pensamientos ser‡n afirmados.

 

------------------------ Conclusi—n -----------------------

En fin, hermano, hermana, joven, si tu quieres entrar en un a–o nuevo, glorioso, sin miedos pecaminosos, tienes que saber que esto s’ es posible.

 

Puedes vivir como persona alerta a los ataques que vienen aun cuando menos te esperas, pensandoÉ

 

2 Timoteo 1:7  Porque no nos ha dado Dios esp’ritu de

cobard’a, sino de poder, de amor y de dominio propio.

 

Si esto es tu deseo, empezar el a–o con ese poder, del Esp’ritu Santo, puedes pasar en unos momentos, y oraremos contigo.                  Vamos a orar