10 de diciembre de 17

Demasiado ƒxito

Isa’as 39:1-8

Introducci—n

 

Cuando David era joven, un pastor de ovejas, era muy humilde, dependiendo del Se–or por su valent’a y por su triunfo sobro el oso y el le—n.

 

Pero subiendo muy alto en poder, en autoridad y en riqueza, su dependencia del Se–or, no era tan evidente.  Por esto, cuando el diablo puso una tentaci—n delante de Žl, en forma de una mujer ba–ando se en un lugar visible, David no tenia el poder espiritual de resistir una relaci—n con ella, que result— en el asesino del esposo de esa mujer.

 

ÀCual es el punto? Cuando estamos luchando para sobrevivir, con aflicciones o enfermedades, es muy normal venir a Dios pidiendo ayuda, y hasta haciendo promesas.

 

Pero una vez restaurado, subiendo en el Žxito, es f‡cil de poco a poco apartar nos de esa dependencia divina, pensando en el coraz—n, ÒEst‡ bien Se–or, ahora yo puedo manejar mi vida soloÓ.

 

*--------------------------------------------------------*

 

Algo semejante pas— con Salom—n, otro buen rey de Jud‡.  Cuando Salom—n era joven, apenas tomando el trono, se depend’a mucho del Se–or, hasta rogando en oraci—n por una sabidur’a adecuada para gobernar sobre la gran naci—n que David su padre ha levant—.

 

Y Dios le dio la sabidur’a que ped’a, y Salom—n estaba capaz de multiplicar la prosperidad de la naci—n de Israel mas que jam‡s en su historia.

 

Pero para Salom—n, el Žxito era demasiado.  Y tomando muchas esposas, cosa prohibida en la ley para los reyes de Israel, pero pensando que esto le ayudar’a con las relaciones internacionales, Salom—n, el sabio tom— bastantes, y ellas eran la causa de su ruina.

 

1 Reyes 11:1-6 Pero el rey Salom—n am—, adem‡s de la hija

de Fara—n, a muchas mujeres extranjeras; a las de Moab, a las de Am—n, a las de Edom, a las de Sid—n, y a las heteas;

 

gentes de las cuales Jehov‡ hab’a dicho a los hijos de Israel: No os llegarŽis a ellas, ni ellas se llegar‡n a vosotros; porque ciertamente har‡n inclinar vuestros corazones tras sus dioses. A Žstas, pues, se junt— Salom—n con amor.

 

Y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas; y sus mujeres desviaron su coraz—n.

 

Y cuando Salom—n era ya viejo, sus mujeres inclinaron su coraz—n tras dioses ajenos, y su coraz—n no era perfecto con Jehov‡ su Dios, como el coraz—n de su padre David.

 

Porque Salom—n sigui— a Astoret, diosa de los sidonios, y a Milcom, ’dolo abominable de los amonitas.

 

E hizo Salom—n lo malo ante los ojos de Jehov‡, y no sigui— cumplidamente a Jehov‡ como David su padre.

 

El punto es, hermano, de que cuando tu tienes tus luchas, tus problemas de familia o tus problemas de salud, o tus asuntos econ—micos que no salgan bien, ser‡ normal para ti, acudir al Se–or, pidiendo su ayuda.

 

Pero si llegas a tener grandes Žxitos, como que en tu trabajo, o tus negocios.  Si algœn d’a eres bien reconocido por los del mundo, ser‡ muy, pero muy f‡cil, apartar te, poco a poco de tu dependencia del Se–or.

 

*--------------------------------------------------------*

 

En el texto de hoy, estamos otra vez estudiando la vida de Ezequ’as, otro gran rey de Jud‡, que de repente tenia demasiado Žxito.  Se va a caer, como sus antepasados.

 

Y ya por siglos, los predicadores, llegando a este pasaje, han juzgado y condenado a Ezequ’as, pero yo creo que se ha sido condenado demasiadamente.

 

Yo tambiŽn tengo que exponer su gran error, y c—mo se ca’a en la trampa del diablo, pero al mismo tiempo, voy a defender lo, como uno de los mejores Reyes del testamento antiguo, que termin—, aun amando al Se–or.

 

1)  En aquel tiempo Merodac-balad‡n hijo de Balad‡n, rey de Babilonia, envi— cartas y presentes a Ezequ’as; porque supo que hab’a estado enfermo, y que hab’a convalecido.

 

Tenemos que entender que Babilonia aun no era el gran imperio, esto iba a pasar mas tarde.  No era ya, la cabeza de oro de las profec’as de Daniel.

 

Asiria, aun era la amenaza, aunque Ezequ’as ha tenido un gran victoria sobre ellos.

 

De hecho Ezequ’as era un poco famoso.  Gan— tremendamente en contra de Senaquerib, que era una amenaza a todos, y todo el mundo estaba honrando lo.

 

2 Cr—nicas 32:20-23  Mas el rey Ezequ’as y el profeta Isa’as

hijo de Amoz oraron por esto, y clamaron al cielo.

 

Y Jehov‡ envi— un ‡ngel, el cual destruy— a todo valiente y esforzado, y a los jefes y capitanes en el campamento del rey de Asiria. Este se volvi—, por tanto, avergonzado a su tierra; y entrando en el templo de su dios, all’ lo mataron a espada sus propios hijos.

 

As’ salv— Jehov‡ a Ezequ’as y a los moradores de JerusalŽn de las manos de Senaquerib rey de Asiria, y de las manos de todos; y les dio reposo por todos lados.

 

Y muchos trajeron a JerusalŽn ofrenda a Jehov‡, y ricos presentes a Ezequ’as rey de Jud‡; y fue muy engrandecido delante de todas las naciones despuŽs de esto.

 

De repente Ezequ’as era muy rico, muy famoso, casi una celebridad.  Tenia un Žxito, y podemos decir que era demasiado su Žxito, porque ya no se depend’a tanto en la ayuda del Se–or.

 

Como Salom—n antes, y como David, Ezequ’as era muy rico, sumamente poderoso.  Y hermano, un hombre as’ puede f‡cilmente pensar, ÒYa no necesito tanto mi Dios ahora, porque ahora yo puedo manejar todo, solito.Ó

2 Cr—nicas 32:27-29  Y tuvo Ezequ’as riquezas y gloria,

muchas en gran manera; y adquiri— tesoros de plata y oro, piedras preciosas, perfumes, escudos, y toda clase de joyas deseables.

 

Asimismo hizo dep—sitos para las rentas del grano, del vino y del aceite, establos para toda clase de bestias, y apriscos para los ganados.

 

Adquiri— tambiŽn ciudades, y hatos de ovejas y de vacas en gran abundancia; porque Dios le hab’a dado muchas riquezas.

 

Hermanos, espero que veas a donde va todo esto.  En la vida de un Cristiano, la gran prosperidad, puede ser mucho mas peligrosa que la gran adversidad.  Existe en realidad lo que podemos llamar, demasiado existo.

 

1)  En aquel tiempo Merodac-balad‡n hijo de Balad‡n, rey de Babilonia, envi— cartas y presentes a Ezequ’as; porque supo que hab’a estado enfermo, y que hab’a convalecido.

 

La gente de Babilonia, vinieron a Ezequ’as, tambiŽn honrando lo.  Babilonia no era tan poderoso aun, pero se adoraron al sol, como muchos pueblos paganos en America latina, antes de la llegada de los conquistadores.

 

Y si recuerdas lo que pas— en el capitulo anterior, cuando Dios san— a Ezequ’as, se mov’a la sombra del sol atr‡s.

 

Isa’as 38:8    He aqu’ yo harŽ volver la sombra por los

grados que ha descendido con el sol, en el reloj de Acaz, diez grados atr‡s. Y volvi— el sol diez grados atr‡s, por los cuales hab’a ya descendido.

 

Los de Babilonia, o escucharon de todo esto, o quiz‡s lo detectaron, porque eran grandes astr—nomos, que supuestamente produjeron mas tarde, los reyes magos que segu’an la estrella de Cristo.

 

Pero si uno tenia poder sobre el sol, esto era todo en su cultura, y por lo tanto ellos deseaban conocer lo, y estar a su lado.  pausa Pero en la mente del tentador, todo esto era una trampa.

 

2) Y se regocij— con ellos Ezequ’as, y les mostr— la casa de su tesoro, plata y oro, especias, ungŸentos preciosos, toda su casa de armas, y todo lo que se hallaba en sus tesoros; no hubo cosa en su casa y en todos sus dominios, que Ezequ’as no les mostrase.

 

Esto era c—mo se ca’a ese rey.  Y hay varios errores aqu’.

 

Ezequ’as tenia una gran oportunidad aqu’ de hablar del Se–or, e invitar estos paganos a aceptar la fe verdadera, abandonando a sus hechicer’as.

 

Ezequ’as, estaba regresando a su debilidad de antes, de confiar en las alianzas pol’ticas con las naciones paganas.  Hizo esto antes con Egipto, y otros, algo que Dios ha prohibido contundentemente.

 

Estaba llamado a poner su confianza en el Se–or, y no en las manipulaciones pol’ticas.

 

Ezequ’as mostraba muy poca gratitud por lo que Dios ha hecho con el en el pasado.

 

Cuando estaba en la crisis, abri— las cartas de amenazas delante del Se–or, en oraci—n, rogando ayuda.

 

Pero ahora como rico, en su vanidad, ya no tenia que pedir la ayuda de Dios, ahora, Žl mismo tenia todo bajo control.

 

Finalmente Ezequ’as no entend’a que Žl mismo no era el due–o de todos estos tesoros, sino que simplemente tenia la mayordom’a sobre todo.

 

Estos tesoros eran el patrimonio del pa’s, y sobre todo como con nosotros, el due–o actual de todo es Dios, y nosotros solamente tenemos la mayordom’a, y esto por un rato corto.

 

2) Y se regocij— con ellos Ezequ’as, y les mostr— la casa de su tesoro, plata y oro, especias, ungŸentos preciosos, toda su casa de armas, y todo lo que se hallaba en sus tesoros; no hubo cosa en su casa y en todos sus dominios, que Ezequ’as no les mostrase.

 

Creo que a prop—sito, hablando en iron’as el profeta se presenta todo esto como que Ezequ’as era el due–o, porque esto era gran parte del error de este rey que por el momento, tenia demasiado Žxito.

 

3) Entonces el profeta Isa’as vino al rey Ezequ’as, y le dijo: ÀQuŽ dicen estos hombres, y de d—nde han venido a ti? Y Ezequ’as respondi—: De tierra muy lejana han venido a m’, de Babilonia.

 

Antes, cuando Ezequ’as estaba en sus aflicciones, se llamada por el profeta, pidiendo su ayuda.

 

Pero ahora no, ahora Ezequ’as no estaba buscando ayuda.  Pero ahora se necesitaba la ayuda mas que nunca jam‡s antes.

 

3) Entonces el profeta Isa’as vino al rey Ezequ’as, y le dijo: ÀQuŽ dicen estos hombres, y de d—nde han venido a ti? Y Ezequ’as respondi—: De tierra muy lejana han venido a m’, de Babilonia.

 

Dios estaba muy suave con su hijo amado.  No vino con denunciaciones abiertas, vino con preguntas, tratando de ayudar el rey a entender algo de su gran pecado, porque francamente, el rey ni estaba enterado de su gran error.

 

Al contrario, el rey estaba aun jactando se, de estos vinieron de muy lejos, de Babilonia, para ver a Žl, el gran Ezequ’as, que conquist— a Senaquerib y ejerc’a poder sobre el sol.  pausa

 

ÀLo vez hermanos, como podemos llenar nos de orgullo, ciegamente cuando de repente tenemos demasiado existo?

 

4) Dijo entonces: ÀQuŽ han visto en tu casa? Y dijo Ezequ’as: Todo lo que hay en mi casa han visto, y ninguna cosa hay en mis tesoros que no les haya mostrado.

 

Aun ahora, el profeta no viene con condenaciones, sino con preguntas, para ayudar al pobre orgulloso a ver lo que estaba haciendo, para ver c—mo se ha ca’do en una trampa de Satan‡s.

 

4) Dijo entonces: ÀQuŽ han visto en tu casa? Y dijo Ezequ’as: Todo lo que hay en mi casa han visto, y ninguna cosa hay en mis tesoros que no les haya mostrado.

 

Con esa pregunta, Ezequ’as, a lo mejor empez—, a entender lo que acaba de hacer.  Con esa pregunta, se cay— el veinte.  Escapando por unos momentos de su mundo de fantas’a la realidad era evidente.

 

 

5) Entonces dijo Isa’as a Ezequ’as: Oye palabra de Jehov‡ de los ejŽrcitos:

 

Ahora Isa’as no estaba preguntando, ni estaba ofreciendo su propia opini—n, sino que ahora estaba hablando para Dios, con toda autoridad.

 

5-6) Entonces dijo Isa’as a Ezequ’as: Oye palabra de Jehov‡ de los ejŽrcitos:  He aqu’ vienen d’as en que ser‡ llevado a Babilonia todo lo que hay en tu casa, y lo que tus padres han atesorado hasta hoy; ninguna cosa quedar‡, dice Jehov‡.

 

Todo sus tesoros, que ni eran suyos, sino propiedad del pa’s, herencias de sus padres, ya estaban perdidos.  Babilonia no era muy grande ahora, pero iba a crecer en poder, y jam‡s iban a olvidar lo que Ezequ’as hab’a revelado en su arrogancia, cuando su Žxito era demasiado.

 

Ezequ’as, era tan orgullo de lo que se tenia, como es con muchos avaros, pero todo lo que tenia, ya estaba perdido.

 

7) De tus hijos que saldr‡n de ti, y que habr‡s engendrado, tomar‡n, y ser‡n eunucos en el palacio del rey de Babilonia.

 

Esto es muy triste.  Pero de esto no se puede echar toda la culpa a Ezequ’as, sino que el cautiverio ha sido ganado ya por siglos de corrupci—n, que empez— con David y con Salom—n.   Y ahora yo voy a empezar a defender a ese rey, donde otros lo condenan rotundamente.

 

Ezequ’as, era unos de los mejores, de todos los reyes del testamento antiguo.  Claro no era perfecto, y ni tu ni yo, hermanos somos perfectos.  Solamente Cristo es perfecto, y por esto Cristo Jesœs ser‡ el tema del resto de este libro de Isa’as.

 

8) Y dijo Ezequ’as a Isa’as: La palabra de Jehov‡ que has hablado es buena. Y a–adi—: A lo menos, haya paz y seguridad en mis d’as.

 

Ahora tengo que defender lo en grande.

 

Primero, Ezequ’as era muy respetuoso, con el profeta.  Un rey malvado ni permitir’a el profeta a hablar as’.

 

Pero Ezequ’as estaba recibiendo su correcci—n, con humildad y con paciencia.

 

 

 

Salmos 141:5   Que el justo me castigue, ser‡ un favor,

Y que me reprenda ser‡ un excelente b‡lsamo

 

Ezequ’as ahora entend’a que estaba muy apartado de su Dios y deseaba regresar, humillando se.

 

8) Y dijo Ezequ’as a Isa’as: La palabra de Jehov‡ que has hablado es buena. Y a–adi—: A lo menos, haya paz y seguridad en mis d’as.

 

En esa ultima parte, ese rey ha sido atacado ferozmente, diciendo que por su ego’smo, solamente se preocupaba para si mismo, y nada de su descendencia.

 

Pero yo no lo veo as’, y no soy el œnico, tengo a Juan Calvino y a Matthew Henry a mi lado.

 

Cuando dijo ÒA lo menos, haya paz y seguridad en mis d’asÓ, no estaba respondiendo en ego’smo, sino que estaba respondiendo en gratitud, de que Dios no iba a derramar todo el castigo ahorra.

 

Dios pudo acabar con Žl, y con su familia inmediatamente, pero no, hasta el castigo iba a venir con algo de misericordia.

 

Y vimos algo semejante en la vida de Salom—n, cuando el se sufr’a por ataques de demasiado Žxito.

 

1 Reyes 11:11-12     Y dijo Jehov‡ a Salom—n: Por cuanto ha

habido esto en ti, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandŽ, romperŽ de ti el reino, y lo entregarŽ a tu siervo.

 

Sin embargo, no lo harŽ en tus d’as, por amor a David tu padre; lo romperŽ de la mano de tu hijo.

 

Dios era misericordioso, aun con sus castigos de Salom—n, y dice que era por amor de su padre David.  Pero nosotros, con mas informaci—n podemos concluir que David, Salom—n y Ezequ’as, como tu y como yo, recibimos la misericordia por nuestros pecados, no tanto por amor de David, sino por amor del hijo de David, o sea por el amor de Cristo. ÀAmen?

 

 

Un punto mas de defensa con este ultimo verso.

 

8) Y dijo Ezequ’as a Isa’as: La palabra de Jehov‡ que has hablado es buena. Y a–adi—: A lo menos, haya paz y seguridad en mis d’as.

 

Si tu decides con muchos modernos que Ezequ’as respond’a en puro ego’smo, no pensando nada de sus descendientes, dŽjame hacer ti una pregunta.

 

ÀEstas tu, hermano guiando a tus hijos, tus nietos diariamente en las doctrinas de las escrituras?  pausa

 

Si no es as’, entonces no me digas nada sobre el ego’smo de

Ezequ’as o de su falta de consideraci—n por su descendencia, sino confesar me tu propio ego’smo, y tu propia falta de consideraci—n por tu descendencia.  ÀAmen?

 

========================= Aplicaci—n ======================

 

Hermanos, puse por titulo de este mensaje demasiado Žxito.

 

Pero el mensaje no es una condenaci—n del Žxito de los hermanos.  El hombre, la mujer Cristiana, limpia de todo vicio, en posesi—n de la mente de Cristo, debe de vivir en cierto Žxito.

 

La exhortaci—n no es para evitar el Žxito, sino que cuando vienen tus Žxitos, tienes que saber que es una temporada sumamente peligrosa.

 

En los tiempos de gran Žxito tienes que orar mas que nunca, y depender de tu Se–or mas que nunca sabiendo que el enemigo viene en estos tiempos con las tentaciones mas poderosas.

 

No olvides que tenemos un enemigo que es como le—n rugiente.

1 Pedro 5:8    Sed sobrios, y velad; porque vuestro

adversario el diablo, como le—n rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar.

 

Y ese le—n, sabe que tiene mas oportunidades contigo, cuando tienes el Žxito demasiado.

 

Finalmente hemos visto el perd—n, y la misericordia que Dios mostraba con David, con Salom—n y con Ezequ’as, y la misma misericordia esta disponible para ti.

Vamos a orar!