19 de noviembre de 17
El Desanimo A Su
Colmo
Isa’as 36:1-22
Introducci—n
El rey Ezequ’as, era un buen rey. Claro, no era perfecto, ni David era perfecto, pero descubriendo
la palabra, la ley de Dios, se implementaba muchas reformas.
2 Reyes 18:4 El quit—
los lugares altos, y quebr— las
im‡genes, y cort— los s’mbolos de Asera, e hizo pedazos la serpiente
de bronce que hab’a hecho MoisŽs, porque hasta entonces le quemaban incienso
los hijos de Israel; y la llam— Nehust‡n.
Pero cuando uno est‡ regresando a la palabra, tomando la Ley de Dios
en serio, implementando reformas, el enemigo estar‡ furioso. Esto es algo que el diablo simplemente
no puede soportar.
Y por esto, veremos el enemigo, en este capitulo, usando todo su poder
para producir en Ezequ’as, un desanimo. Y una vez brotando, Satan‡s quiere
llevar ese desanimo a su colmo.
1) Aconteci— en el a–o catorce del rey Ezequ’as, que Senaquerib
rey de Asiria subi— contra todas las ciudades fortificadas de Jud‡, y las tom—.
El rey Ezequ’as, ha sufrido perdidas ya, grandes perdidas. Como dije, no era perfecto, y
escuchando a sus consejeros, entraba en alianzas con Egipto, para la protecci—n,
y como Isa’as ha profetizado, eso era un error.
Ezequ’as era de la familia de David en el sur, en Jud‡, lo poco que
quedaba de Jud‡. Los pueblos del
norte, las diez tribus ya estaban perdidas, arrastradas a la esclavitud.
2) Y el rey de Asiria envi— al
Rabsaces con un gran ejŽrcito desde Laquis a JerusalŽn contra el rey Ezequ’as;
y acamp— junto al acueducto del estanque de arriba, en el camino de la heredad
del Lavador.
Y ahora, Ezequ’as, tenia la amenaza m‡xima, a sus puertas.
Las ciudades alrededor de Jud‡ ya estaban ca’das, y segśn el enemigo,
era tiempo para ese hijo de David de rendir se
tambiŽn.
3-4) Y sali— a Žl Eliaquim hijo de
Hilc’as, mayordomo, y Sebna, escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller, a los
cuales dijo el Rabsaces: Decid ahora a Ezequ’as: El gran rey, el rey de Asiria,
dice as’: ŔQuŽ confianza es esta en que te apoyas?
Con el enemigo amenazando a la puerta de la cuidad fortificada, de lo
que quedaba del pueblo de Dios, se mandaban a unos hombres para hablar con este
Rabsaces, para ver si la guerra pudiera ser evitada.
Rabsaces, no es un nombre, sino que era un titulo, de un representante
del rey de Asiria, uno de muy alto rango, que pudo hablar en su nombre.
Actualmente ninguno de los dos lados deseaba una guerra costosa. La guerra siempre estaba muy fea, y
tom— mucho tiempo. As’ que estaban
intentando llegar a una soluci—n diplom‡tica.
3-4) Y sali— a Žl Eliaquim hijo de
Hilc’as, mayordomo, y Sebna, escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller, a los
cuales dijo el Rabsaces: Decid ahora a Ezequ’as: El gran rey, el rey de Asiria,
dice as’: ŔQuŽ confianza es esta en que te apoyas?
Ese Rabsaces es muy talentoso, tiene mucha experiencia, en lo que
hace. Como el diablo mismo sabe
que, antes que nada hay que destruir su confianza, y traer su desanimo al colmo. Por esto
empieza preguntando: ŔQuŽ confianza es esta en que te apoyas?
5) Yo digo que el consejo y poder’o
para la guerra, de que tś hablas, no son m‡s que palabras vac’as. Ahora bien,
Ŕen quiŽn conf’as para que te rebeles contra m’?
Ese experto en el desanimo,
no solamente comunicaba con el rey y sus oficiales muy altos, sino que deseaba desanimar a todos, y destruir la
confianza que el pueblo tenia en este buen rey.
Por esto dice que Ezequ’as no tenia soluciones, no tenia ningśn plan,
sino que solamente ten’an palabras vac’as. Y por lo tanto era tiempo de abandonar lo como l’der.
Y el diablo hace el mismo con nosotros, diciendo que tu rey, Cristo,
tambiŽn hijo de David, solamente tiene palabras, una Biblia, mientras el diablo
tiene grandes oportunidades para avanzar, y poderes de toda forma.
6) He aqu’ que conf’as en este b‡culo
de ca–a fr‡gil, en Egipto, en el cual si alguien se apoyare, se le entrar‡ por
la mano, y la atravesar‡. Tal es Fara—n rey de Egipto para con todos los que en
Žl conf’an.
Aqu’ podemos ver el diablo en su astucia m‡xima. Hermanos, sabemos que el diablo es
mentiroso. Pero cuando viene a ti,
para desanimarte, para llevar tu desanimo al colmo, no va a simplemente presentar sus mentiras.
No, no, ese no es ningśn tonto, sino que va a venir, mezclando sus
mentiras con verdades. No olvides,
que este vino citando las escrituras a Cristo, lanzando sus tentaciones.
6) He aqu’ que conf’as en este b‡culo
de ca–a fr‡gil, en Egipto, en el cual si alguien se apoyare, se le entrar‡ por
la mano, y la atravesar‡. Tal es Fara—n rey de Egipto para con todos los que en
Žl conf’an.
Esto era cierto. Ezequ’as s’ ca’a en esa trampa de confiar en Egipto,
era su error, era algo que Isa’as condenaba muchas veces en los cap’tulos
anteriores.
Y esto es lo que el maligno puede hacer contigo, venir recordando te
de tus pecados, de tus errores groseros, aunque estos pecados ya han sido
perdonados hace tiempo.
7) Y si me dec’s: En Jehov‡ nuestro
Dios confiamos; Ŕno es Žste aquel cuyos lugares altos y cuyos altares hizo
quitar Ezequ’as, y dijo a Jud‡ y a JerusalŽn: Delante de este altar adorarŽis?
Esto tambiŽn es una astucia Sat‡nica.
Es cierto que el rey Ezequ’as quit— estos lugares altos, porque eran
usados por la idolatr’a. Eliminar
los era parte de la reforma.
Pero como en cualquier reforma B’blica, no todos est‡n felices, no
todos quieren regresar a la pura palabra, o a la pureza de alabanza, sino que muchos
eran mas felices mezclando el error con la verdad.
Algunos que empleaban estos lugares altos ahora pudieron pensar, ŇŔSi
verdad? Estos lugares eran buenos, no ten’an nada de malo, y derribando los ya
tenemos a Jehov‡ en nuestra contra.Ó
As’ que mezclando la verdad con la mentira, el enemigo puede producir
la confusi—n, entre los ignorantes, t‡ctica favorita del maligno, y raz—n de
que los pastores siempre est‡n exhortando a su gente a estudiar la palabra y
avanzar en su conocimiento de las escrituras.
7) Y si me dec’s: En Jehov‡ nuestro
Dios confiamos; Ŕno es Žste aquel cuyos lugares altos y cuyos altares hizo
quitar Ezequ’as, y dijo a Jud‡ y a JerusalŽn: Delante de este altar adorarŽis?
Est‡ metiendo la confusi—n, porque como la serpiente hizo con Eva, quiere
debilitar, poco a poco, la confianza que el pueblo tiene con su Dios.
8) Ahora, pues, yo te ruego que des
rehenes al rey de Asiria mi se–or, y yo te darŽ dos mil caballos, si tś puedes
dar jinetes que cabalguen sobre ellos.
Ahora estaba cambiando la t‡ctica a la burla. Diciendo que aun si ten’an caballos o
armas, serian igualmente dŽbiles.
Y contigo tambiŽn, el diablo puede venir para decirte que eres dŽbil,
continuando en la fe Cristiana, mientras todos los poderes del mundo est‡n en tu
contra.
9) ŔC—mo, pues, podr‡s resistir a un
capit‡n, al menor de los siervos de mi se–or, aunque estŽs confiado en Egipto
con sus carros y su gente de a caballo?
Poco a poco, quiere quitar cada ladrillo de la muralla de su
confianza. Quiere inspirar el desanimo, esto es su trabajo, quiere
verlos rindiendo se, haciendo pacto con el, como muchos en este mundo entran en
su pacto con el diablo.
10) ŔAcaso vine yo ahora a esta tierra
para destruirla sin Jehov‡? Jehov‡ me dijo: Sube a esta tierra y destrśyela.
Otra vez, hay elementos de la verdad en esto.
No como Dios estaba hablando con estos Sat‡nicos, pero s’ era verdad
que Dios usaba a Asiria para aplicar la disciplina que ellos necesitaban, para
romper con toda forma de idolatr’a.
Isa’as profetizaba antes
Isa’as 10:5 Oh
Asiria, vara y b‡culo de mi furor,
en su mano he puesto mi ira.
Y seguramente estos Asirios ten’an sus esp’as, que estaban
monitoreando lo que dijo Isa’as, para como cualquier maligno, agarrar y
distorsionar la palabra de Dios.
11) Entonces dijeron Eliaquim, Sebna y
Joa al Rabsaces: Te rogamos que hables a tus siervos en arameo, porque nosotros
lo entendemos; y no hables con nosotros en lengua de Jud‡, porque lo oye el
pueblo que est‡ sobre el muro.
Todos los poderoso eran bilingźes. El Rabsaces a lo mejor hablaba
muchos idiomas y dialectos. Esto
era gran parte de su poder.
Y cuando el diablo viene a ti, te hablar‡ en tu idioma, hasta con
palabras B’blicas.
Pero era normal, en los asuntos diplom‡ticos, hablar en privado, y no
gritar todo al pueblo, causando divisiones o motines.
11) Entonces dijeron Eliaquim, Sebna y
Joa al Rabsaces: Te rogamos que hables a tus siervos en arameo, porque nosotros
lo entendemos; y no hables con nosotros en lengua de Jud‡, porque lo oye el
pueblo que est‡ sobre el muro.
Le pidieron esto con humildad, diciendo que eran sus siervos, hicieron
una petici—n, no una demanda, pero la petici—n no ser‡ bien recibida.
12) Y dijo el Rabsaces: ŔAcaso me
envi— mi se–or a que dijese estas palabras a ti y a tu se–or, y no a los
hombres que est‡n sobre el muro, expuestos a comer su estiŽrcol y beber su
orina con vosotros?
Era el prop—sito de este agente del diablo, producir el desanimo en todos, y una vez producido,
llevar lo a su colmo.
Y con esa vulgaridad, deseaba plantar en las mentes de todos, que en
poco tiempo, no iban a tener ni agua ni comida, que era normal en los tiempos
de sitio, cuando nadie pudiera salir ni entrar en la cuidad fortificada.
Regresando a vers’culo dos, podemos ver que el enemigos estaba al lado
del acueducto.
2) Y el rey de Asiria envi— al
Rabsaces con un gran ejŽrcito desde Laquis a JerusalŽn contra el rey Ezequ’as;
y acamp— junto al acueducto del estanque de arriba, en el camino de la heredad
del Lavador.
Tomo su posici—n all’ a prop—sito, para insinuar que se pudiera causar
un diluvio con el agua, o cortar su acceso, haciendo la vida imposible.
As’ que su trabajo no era simplemente inspirar el desanimo, sino llevar lo a su colmo.
13) Entonces el Rabsaces se puso en
pie y grit— a gran voz en lengua de Jud‡, diciendo: O’d las palabras del gran
rey, el rey de Asiria.
Y n—talo, hablando de su l’der, habla de un gran rey. Pero hablando de Ezequ’as, quien era
hijo de David, no le da el titulo ni de rey, ni de nadie. Sino que presentaba a Ezequ’as as’,
como un don nadie, que estaba bloqueando todo progreso.
14-15) El rey dice as’: No os enga–e
Ezequ’as, porque no os podr‡ librar.
Ni os haga Ezequ’as confiar en Jehov‡, diciendo: Ciertamente Jehov‡ nos
librar‡; no ser‡ entregada esta ciudad en manos del rey de Asiria.
Primero ataque la autoridad y la sabidur’a del rey, y despuŽs continua
atacando el Dios de este rey.
Primero dijo que vino mandado por Dios, pero ahora, mas y mas va a
faltar respeto al gran Dios de Ezequ’as, y esto ser‡ su error.
16) No escuchŽis a Ezequ’as, porque
as’ dice el rey de Asiria: Haced conmigo paz, y salid a m’; y coma cada uno de
su vi–a, y cada uno de su higuera, y beba cada cual las aguas de su pozo,
Esto es exactamente lo que el diablo quiere de ti, hermano, hermana,
joven. El enemigo quiere ver te
caer en el desanimo, y despuŽs
entrar en pacto con Žl.
Los j—venes que sientan las tentaciones de suicidar se, escuchan el
mismo. En la conserjer’a en el
pasado me han dicho que han escuchado pensamientos que dijeron, ŇPor que sigues
en esto, nada va a cambiar, nunca, haz favor a todos, y termina con todo esto
ya.Ó
Con muchos j—venes, el maligno quiere planta el desanimo, y despuŽs llevar el desanimo
a su colmo, y finalmente sugerir como en este verso, Ňhaced paz conmigo, y
salid a m’Ó.
El diablo quiere verte rendido, pausa
pero tienes que no rendirte a Žl jam‡s.
ŔAmen?
16) No escuchŽis a Ezequ’as, porque
as’ dice el rey de Asiria: Haced conmigo paz, y salid a m’; y coma cada uno de
su vi–a, y cada uno de su higuera, y beba cada cual las aguas de su pozo, hasta
que yo venga y os lleve a una tierra como la vuestra, tierra de grano y de
vino, tierra de pan y de vi–as.
El diablo quiere llevar te a su tierra, y ese tierra tiene
nombre. Se llama el infierno.
Con el pecado el diablo puede prometer mucho, muchos lujos, la fama y
la fortuna, pero una vez teniendo te en sus garras, es pura esclavitud.
Y en la historia de los asirios, se hicieron promesas como esa, para
evitar el costo alto de la guerra.
Pero una vez teniendo sus victimas en sus garras, eran brutales, como el
Estado Isl‡mico, otro brazo del diablo.
18) Mirad que no os enga–e Ezequ’as
diciendo: Jehov‡ nos librar‡. ŔAcaso libraron los dioses de las naciones cada
uno su tierra de la mano del rey de Asiria?
Ahora el Rabsaces estaba entrando en las blasfemias. Y no es irrazonable decir que esto era
una forma de la blasfemia del Esp’ritu Santo.
Esa forma de blasfemia era imperdonable en el nuevo testamento y tenia
que ver con acusar a Cristo de hacer las obras del diablo.
Marcos 3:22-29 Pero los escribas
que hab’an venido de
JerusalŽn dec’an que ten’a a Beelzebś, y que por el pr’ncipe de los
demonios echaba fuera los demonios.
Y habiŽndolos llamado, les dec’a en par‡bolas: ŔC—mo puede Satan‡s echar
fuera a Satan‡s?
Si un reino est‡ dividido contra s’ mismo, tal reino no puede
permanecer. Y si una casa est‡
dividida contra s’ misma, tal casa no puede permanecer. Y si Satan‡s se levanta contra s’
mismo, y se divide, no puede permanecer, sino que ha llegado su fin.
Ninguno puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus
bienes, si antes no le ata, y entonces podr‡ saquear su casa.
De cierto os digo que todos los pecados ser‡n perdonados a los hijos
de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean; pero cualquiera que blasfeme contra
el Esp’ritu Santo, no tiene jam‡s perd—n, sino que es reo de juicio eterno.
Comparando nuestro Dios, con los dioses de las naciones paganas, es
casi el mismo. Porque San Pablo
nos ha revelado que detr‡s del ’dolo hay un demonio, o varios.
Y poniendo a nuestro Dios al mismo nivel de los ’dolos es poner lo en
la categor’a de un demonio.
18-19) Mirad que no os enga–e Ezequ’as
diciendo: Jehov‡ nos librar‡. ŔAcaso libraron los dioses de las naciones cada
uno su tierra de la mano del rey de Asiria? ŔD—nde est‡ el dios de Hamat y de Arfad? ŔD—nde est‡ el dios
de Sefarvaim? ŔLibraron a Samaria de mi mano?
Esto es la blasfemia alta, pero lo hace para producir el desanimo, diciendo a ellos, y a
nosotros, que nuestro Dios no tiene poder.
Y nuestro Dios va a responder a todo esto, pero para ver lo que pasa,
tendr‡s que regresar la pr—xima semana.
20) ŔQuŽ dios hay entre los dioses de
estas tierras que haya librado su tierra de mi mano, para que Jehov‡ libre de
mi mano a JerusalŽn?
Antes se burlaba del rey Ezequ’as, pero ahora estaba burlando de Dios
mismo. Y esto no se queda as’.
21) Pero ellos callaron, y no le
respondieron palabra; porque el rey as’ lo hab’a mandado, diciendo: No le
respond‡is.
Parece que las amenazas no estaban funcionando. Parece que el pueblo aun tenia fe en su
Dios, y confianza en su rey.
Pero van a expresar su disgusto, su horror, aunque no pudieron
responder con palabras.
22) Entonces Eliaquim hijo de Hilc’as,
mayordomo, y Sebna escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller, vinieron a Ezequ’as,
rasgados sus vestidos, y le contaron las palabras del Rabsaces.
Sus vestidos estaban rasgados porque en el medio oriente, as’ se
expresaban su disgusto, y su repugnancia.
Era insoportable escuchar este maligno blasfemar el nombre de nuestro
Dios y burlar de Žl abiertamente.
Pero esto pasa todo el tiempo en nuestra cultura, en la televisi—n, en
el cine, en las escuelas del gobierno.
ŔAcaso nosotros estamos respondiendo con la misma indignaci—n?
Y como en este capitulo, parece que aquellos, nuestros enemigos,
tienen el poder, el dinero, y la influencia con el gobierno, de hacer lo que
quieren con la impunidad absoluta.
Pero esto no se queda as’, sino que tendr‡s que regresar para
continuar estos estudios de Isa’as, para ver c—mo todo esto va a terminar, si
en realidad el desanimo estaba llevado
a su colmo.
========================== Conclusi—n =====================
Este a–o en la Escuela B’blica de Vacaciones,
era muy bonito ver a los ni–os aprendiendo de la armadura de Dios y de las
luchas espirituales.
Era muy dulce cuando los padres vinieron
aquel domingo sacando fotos de sus hijos preciosos.
Pero cuando vienen los ataques actuales del
enemigo, no es nada dulce, sino que es extremamente feo.
Es bueno que los ni–os y los j—venes
aprendan esto, pero en tiempo tienen que entender que es algo bastante serio,
que el enemigo tratar‡ de derrumbar su fe, llenando les con desanimo, y
finalmente llevar su desanimo a su colmo.
Si es tu deseo estar preparado, para lo que
realmente es una lucha fea, y vulgar con el enemigo actual, que quiere devorar
nos como le—n rugiente, separando nos del gran Hijo de David, puedes pasar al
frente en unos momentos, y oraremos contigo. Porque Cristo no nos ha llamando a la derrota, sino a la
victoria. Vamos a orar!