13 de
agosto de 17
Celebrando La
Victoria Divina
Isa’as 25:1-12
Introducci—n
Aqu’ en Isa’as hemos fielmente estudiado muchos cap’tulos sobre el
tema de los juicios. Pero la
ense–anza de hoy es muy diferente.
La estructura del capitulo es mas como uno de los Salmos, es una forma
de alabanza.
Y es un tema bastante alegre, porque todo est‡ hablando de c—mo el
pueblo de Dios puede celebrar la
victoria divina.
Los juicios de Dios jam‡s est‡n arbitrarios, sino que vienen con un
gran prop—sito. Y por mas feos que
sean estos juicios, vienen para el beneficio del pueblo santo.
1) Jehov‡, tś eres mi Dios; te
exaltarŽ, alabarŽ tu nombre, porque has hecho maravillas; tus consejos antiguos
son verdad y firmeza.
La relaci—n que Isa’as tiene con su Dios es muy personal, dice tu eres
mi Dios. Y despuŽs de ver por
visi—n y por profec’a lo que Dios estaba planeando, vio que todo era una gran
maravilla.
A veces cuando estamos en medio de la batalla, o de la tormenta, se
siente como que todo est‡ muy incierto, como que estamos en gran peligro, y as’
era en el tiempo de Isa’as, pero para los fieles, Dios revel— esa instrucci—n
sobre donde Dios estaba llevando la historia de su pueblo.
1) Jehov‡, tś eres mi Dios; te
exaltarŽ, alabarŽ tu nombre, porque has hecho maravillas; tus consejos antiguos
son verdad y firmeza.
Cuando habla de los consejos antiguos, est‡ hablando del gran plan de
Dios. El profeta vio como Dios
estaba llevando todo a un buen fin.
En el momento de la vida Cristiana, podemos sentir que todo est‡ fuera
del control.
O que estamos al punto de estar derrotados. Pero esto siempre es una prueba para ense–ar nos a confiar,
y hasta a celebrar a nuestro Dios de
control infinito.
Cristo dejaba sus disc’pulos pasar por tormentas a prop—sito, para
avanzar su fe y su madurez.
Marcos 4:35-41 Aquel d’a, cuando
lleg— la noche, les dijo:
Pasemos al otro lado. Y
despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y hab’a tambiŽn
con Žl otras barcas.
Pero se levant— una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la
barca, de tal manera que ya se anegaba.
Y Žl estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron,
y le dijeron: Maestro, Ŕno tienes cuidado que perecemos?
Y levant‡ndose, reprendi— al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y
ces— el viento, y se hizo grande bonanza.
Y les dijo: ŔPor quŽ est‡is as’ amedrentados? ŔC—mo no tenŽis fe? Entonces temieron con gran temor, y se
dec’an el uno al otro: ŔQuiŽn es Žste, que aun el viento y el mar le obedecen?
Cuando pasamos por algo semejante, jam‡s es un accidente. Siempre es parte del plan de Dios. Y a veces estamos tentado a rega–ar a
Dios mismo como aqu’.
Ŕno tienes cuidado que perecemos? O
ŔPor quŽ tenemos que pasar por esto?
Es que siempre hay razones, y las razones son buenas.
2) Porque convertiste la ciudad en
mont—n, la ciudad fortificada en ruina; el alc‡zar de los extra–os para que no
sea ciudad, ni nunca jam‡s sea reedificado.
Esto no est‡ hablando de una cuidad en particular, es general para la
cuidad del hombre. La cuidad del
hombre que solamente piense en si mismo, y no puede poner su confianza en el
poder de Dios.
Esa cuidad representa las fuerzas del enemigo, de los enemigos humanos
o hasta las fuerzas demon’acas.
Isa’as vio en el plan de Dios que todos ellos serian completamente
derrotados, y era motivo de celebrar.
3) Por esto te dar‡ gloria el pueblo
fuerte, te temer‡ la ciudad de gentes robustas.
La cuidad de gente robustas son enemigos que siempre andan atacando el
pueblo de Dios o la palabra de Dios.
Como ahora, hay muchos en contra de lo que la biblia dice de la
familia, o de la sexualidad, o del papel de la mujer en la familia, o como
instruir y disciplinar a los hijos.
Y a veces estas gentes robustas parecen muy fuertes en la
sociedad. A veces tienen hasta a
los gobiernos poderosos a su lado.
Pero Isa’as vio a todos estos como derrotados y hasta llegando a vivir
en el temor de nuestro Dios.
4) Porque fuiste fortaleza al pobre,
fortaleza al menesteroso en su aflicci—n, refugio contra el turbi—n, sombra
contra el calor; porque el ’mpetu de los violentos es como turbi—n contra el
muro.
Ahora Isa’as estaba celebrando nuestra protecci—n. Sabemos que en este mundo, siempre
estamos bajo ataques.
Juan 15:18-21 Si el mundo
os aborrece, sabed que a m’ me
ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amar’a lo suyo; pero porque
no sois del mundo, antes yo os eleg’ del mundo, por eso el mundo os aborrece.
Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que
su se–or. Si a m’ me han perseguido, tambiŽn a vosotros os perseguir‡n; si han
guardado mi palabra, tambiŽn guardar‡n la vuestra.
Mas todo esto os har‡n por causa de mi nombre, porque no conocen al
que me ha enviado.
Vivimos en un mundo que es hostil a nuestras actividades.
El diablo usar‡ todo en su poder para venir en contra de nuestros
matrimonios o hasta en contra nuestros hijos, buscando a quien se puede
devorar.
1 Pedro 5:8-9 Sed sobrios,
y velad; porque vuestro
adversario el diablo, como le—n rugiente, anda alrededor buscando a
quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos
padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.
Pero Isa’as ve’a que estamos en el camino de la victoria, y no en el
camino de la derrota. Solamente tenemos
que confiar, y hasta celebrar.
4) Porque fuiste fortaleza al pobre,
fortaleza al menesteroso en su aflicci—n, refugio contra el turbi—n, sombra
contra el calor; porque el ’mpetu de los violentos es como turbi—n contra el
muro.
Habla de los pobres. Porque
a veces nosotros no tenemos los grandes recursos que tienen los ricos. Pero nosotros tambiŽn enfrentamos
enfermedades, diferentes formas de crisis, y tenemos que, en todo esto confiar
en nuestro Dios, porque como dice aqu’ tenemos la promesa de una gran
protecci—n.
5) Como el calor en lugar seco, as’
humillar‡s el orgullo de los extra–os; y como calor debajo de nube har‡s
marchitar el renuevo de los robustos.
Aqu’, cuando habla de los extra–os, est‡ hablando de los que no
conocen a nuestro Dios. Son personas
lejos del pacto divino, personas que jam‡s deseaban estar bautizadas para
seguir a Cristo como su Se–or.
6) Y Jehov‡ de los ejŽrcitos har‡ en
este monte a todos los pueblos banquete de manjares suculentos, banquete de
vinos refinados, de gruesos tuŽtanos y de vinos purificados.
La primera parte de esa canci—n hablaba de la protecci—n, pero aqu’ se
habla de la provisi—n. En toda la
historia de la iglesia, Dios nos ha dado un banquete, una abundancia.
Y no est‡ simplemente hablando de lo material, sino que estamos
alimentados en nuestros esp’ritus.
Y muchos vean en este banquete una ilustraci—n de la Santa Cena. Porque aunque estamos en un mundo
hostil al reino de Dios, en la Santa Cena podemos sentir algo palpable de
nuestra victoria que fue comprada
por la muerte y la resurrecci—n de Cristo Jesśs. Pero en el futuro ser‡ algo f’sico, y no solamente algo
simb—lico.
En muchas par‡bolas, el reino de Dios estaba presentado como un gran
banquete.
Mateo 22:2-3 El reino
de los cielos es semejante a un rey
que hizo fiesta de bodas a su hijo; y envi— a sus siervos a llamar a
los convidados a las bodas; mas Žstos no quisieron venir.
En la antigźedad, un banquete estaba planeada para celebrar. Y por esto estamos en la casa de Dios
este ma–ana, estamos aqu’ celebrando la victoria
de Cristo, como nuestra representante.
6) Y Jehov‡ de los ejŽrcitos har‡ en
este monte a todos los pueblos banquete de manjares suculentos, banquete de
vinos refinados, de gruesos tuŽtanos y de vinos purificados.
No est‡ hablando de una comida barata, sino de la mejor. Vimos una buena ilustraci—n de esa
opulencia empezando el libro de Ester.
Ester 1:1-5 Aconteci—
en los d’as de Asuero, el Asuero
que rein— desde la India hasta Etiop’a sobre ciento veintisiete
provincias, que en aquellos d’as, cuando fue afirmado el rey Asuero sobre el
trono de su reino, el cual estaba en Susa capital del reino, en el tercer a–o
de su reinado hizo banquete a todos
sus pr’ncipes y cortesanos, teniendo delante de Žl a los m‡s poderosos de Persia
y de Media, gobernadores y pr’ncipes de provincias, para mostrar Žl las
riquezas de la gloria de su reino, el brillo y la magnificencia de su poder,
por muchos d’as, ciento ochenta d’as.
Y cumplidos estos d’as, hizo el rey otro banquete por siete d’as en el patio del huerto del palacio real a
todo el pueblo que hab’a en Susa capital del reino, desde el mayor hasta el
menor.
Bueno el banquete aqu’ era para el ego de un gran rey, para mostrar
sus riquezas. Pero el banquete de
nuestro texto de Isa’as ser‡ para el pueblo de Dios, para celebrar la victoria divina.
7) Y destruir‡ en este monte la
cubierta con que est‡n cubiertos todos los pueblos, y el velo que envuelve a
todas las naciones.
Antes de la llegada de Cristo, el mundo entero andaba en la
oscuridad. Es como que se ten’an
un velo sobre sus ojos.
Y aun en Israel, se ten’an una revelaci—n limitada. Ten’an revelaciones de la verdad, pero
no era muy completa.
Pero con la llegada de Cristo, Dios hizo todo mucho mas claro.
Mateo 4:16 El pueblo asentado en
tinieblas vio gran
luz; Y a los asentados en regi—n de sombra de muerte, Luz les
resplandeci—.
Desafortunadamente, en nuestra Žpoca, muchos est‡n rechazando la gran
luz que Dios nos ha mandado, y por esto, vivimos en culturas que por el momento
est‡n bajo juicio, como en los d’as de Isa’as. Pero esto es el punto del capitulo, ese rechazo no va a
durar mucho.
Juan 3:19 Y esta es la
condenaci—n: que la luz vino al
mundo, y los hombres amaron m‡s las tinieblas que la luz, porque sus
obras eran malas.
Por medio de los juicios en el mundo, el pueblo de Dios saldr‡ mas
fuerte aun.
8) Destruir‡ a la muerte para siempre;
y enjugar‡ Jehov‡ el Se–or toda l‡grima de todos los rostros; y quitar‡ la
afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehov‡ lo ha dicho.
En esta vida, los que no conocen a Cristo, normalmente en el fondo se
teman la muerte. Por la muerte que
va a venir, ellos vivan deprimidos.
Y por supuesto el diablo puede aprovechar de esto.
Hebreos 2:14-15 As’ que, por cuanto
los hijos
participaron de carne y sangre, Žl tambiŽn particip— de lo mismo, para
destruir por medio de la muerte al que ten’a
el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por
el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.
8) Destruir‡ a la muerte para siempre;
y enjugar‡ Jehov‡ el Se–or toda l‡grima de todos los rostros; y quitar‡ la
afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehov‡ lo ha dicho.
La muerte est‡ destruida en la resurrecci—n. Pablo tomaba de aqu’ su discurso sobre la resurrecci—n en 1
Corintios 15.
1 Corintios 15:53-57 Porque es
necesario que esto
corruptible se vista de incorrupci—n, y esto mortal se vista de
inmortalidad.
Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupci—n, y esto
mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplir‡ la palabra que
est‡ escrita: Sorbida es la muerte en victoria.
ŔD—nde est‡, oh muerte, tu aguij—n? ŔD—nde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguij—n de la muerte es el
pecado, y el poder del pecado, la ley.
Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio
de nuestro Se–or Jesucristo.
Y por supuesto, esta es otra gran parte de nuestra celebraci—n, la victoria sobre la muerte. No tenemos que vivir como los
deprimidos que teman que en cualquier momento se pueden perder todas sus
posesiones y todas sus relaciones para siempre.
9) Y se dir‡ en aquel d’a: He aqu’,
Žste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvar‡; Žste es Jehov‡ a quien
hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvaci—n.
Esto es lo que se llama la vindicaci—n. Vendr‡ un tiempo en que todo el mundo va a decir, ŇŔSabes
que? Los Cristianos tenian razon, su concepto de Dios era correctoÓ.
Van a decir ŇCristo Jesśs realmente era el redentor del mundo, y su
padre realmente es el Dios omnipotenteÓ.
Y nosotros simplemente vamos a responder, ŇClaro , Žste es nuestro
Dios, le hemos esperado, y nos salvar‡; Žste es Jehov‡ a quien hemos esperado,
nos gozaremos y nos alegraremos en su salvaci—nÓ.
Todo el capitulo de hoy es una gran celebraci—n de la victoria divina.
10) Porque la mano de Jehov‡ reposar‡
en este monte; pero Moab ser‡ hollado en su mismo sitio, como es hollada la
paja en el muladar.
Bueno el monte, aqu’ es el monte de Si—n, simb—licamente.
Para nosotros del nuevo pacto, no es necesariamente un lugar f’sico en
el medio oriente.
Hebreos 12:22-23 HabŽis
acercado al monte de Sion, a la
ciudad del Dios vivo, JerusalŽn la celestial, a la compa–’a de muchos
millares de ‡ngeles, a la congregaci—n de los primogŽnitos que est‡n inscritos
en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los esp’ritus de los justos hechos
perfectos.
Para nosotros, el monte de Sion es aqu’ y ahora en la casa de Dios.
10) Porque la mano de Jehov‡ reposar‡
en este monte; pero Moab ser‡ hollado en su mismo sitio, como es hollada la
paja en el muladar.
Moab aqu’, representa a los que quieren atacar nos, los que quieren
atacar la palabra de Dios o a la familia Cristiana.
Todos estos, conforme a esa profec’a, ser‡n hollados como la paja en
el muladar.
Y esto no quiere decir que todo ser‡ f‡cil. No quiere decir que estaremos libres de las grandes
batallas.
Pero s’ dice que tenemos que continuar confiando, y orando, y
luchando, con paciencia. Porque en
esa guerra, nosotros somos los triunfadores.
11) Y extender‡ su mano por en medio
de Žl, como la extiende el nadador para nadar; y abatir‡ su soberbia y la
destreza de sus manos.
Dios levantar‡ sus manos, como un nadador, acabando con la soberbia de
nuestros enemigos, sean fuerzas humanas, o sean fuerzas demon’acas.
Colosenses 2:13-15 Y
a vosotros, estando muertos en
pecados y en la incircuncisi—n de vuestra carne, os dio vida
juntamente con Žl, perdon‡ndoos todos los pecados,
anulando el acta de los decretos que hab’a contra nosotros, que nos
era contraria, quit‡ndola de en medio y clav‡ndola en la cruz, y despojando
a los principados y a las potestades, los exhibi— pśblicamente, triunfando
sobre ellos en la cruz.
Cristo consigui— el triunfo, y ahora toca a nosotros celebrar esa victoria divina.
12) Y abatir‡ la fortaleza de tus
altos muros; la humillar‡ y la echar‡ a tierra, hasta el polvo.
Isa’as estaba pasando por tiempos muy duros. Gran parte del pueblo de Dios se ha
apartado a la idolatr’a. Estos ni
ten’an interŽs ya en la palabra de Dios.
Y nosotros estamos viviendo en tiempos
semejantes. Pero en los dos casos,
el de Isa’as y el de nosotros, los fieles ten’an que estar informados, de que
no estamos luchando para pasar a la derrota, sino que estamos luchando s’, pero
a la victoria.
======================== Conclusi—n =====================
Hermanos, la aplicaci—n de este capitulo no
es muy complicada. Tenemos que
mirar a este mundo como David miraba a Goliat el gigante.
Auque sus hermanos, el rey y todo el mundo
estaban atemorizados por ese gran soldado, feo, David lo vio como un ser
derrotado, porque nosotros servimos a un Dios de poder infinito.
Si esto es lo que tu quieres, vivir en una
fe as’ una fe victoriosa, puedes pasar adelante en unos momentos, y oraremos
para ti.
Vamos a orar!