25 de junio de 17

Los Mensajeros Veloces

Isa’as 18:1-7

Introducci—n

 

En el tiempo de Isa’as, no ten’an conocimiento de todos los pa’ses del mundo.  En el sur, por supuesto sab’an de Egipto, y mas all‡ de Egipto estaba Libia.

 

Pero mas sur de Egipto estaba Etiopia.  Y como las fronteras cambian mucho, pasando los siglos, lo que ahora conocemos como la regi—n de Sud‡n, antes era el gran reino de Etiopia.

 

Estos salieron de unas de las familias del tiempo de NoŽ con el nombre de Cus, y entre sus antepasados era Nimrod.

 

1 Cr—nicas 1:10 Cus engendr— a Nimrod; Žste lleg— a ser

poderoso en la tierra.

 

Y los de Etiop’a tambiŽn eran conocidos como poderosos.  Ten’an un gran reino al sur de Egipto, y por un rato actualmente tomaron control de Egipto, engendrando una temporada de los Faraones muy morenos.

 

Pero en la temporada de Isa’as, todo el mundo andaba en temor de Asiria.  Asir’a estaba levantando se mas y mas como el imperio que trataba de conquistar gran parte del mundo.

 

E Etiopia como Egipto y otros andaba buscando alianzas para intentar resistir sus agresiones.

 

A veces Etiop’a era enemigo de Israel, en otras Žpocas era uno de sus aliados.  Y estas relaciones pueden cambiar por el tiempo, como los estados unidos ten’a a Jap—n y Alemania por enemigos en una temporada, pero como amigos en otra.

 

En este breve capitulo, Etiop’a no es un enemigo, sino que estaba buscando alianzas, escuchando de la gran amenaza de Asiria, se trataban su unir se con quien sea, para resistir la tiran’a y las ambiciones de Asir’a.

 

1) !!Ay de la tierra que hace sombra con las alas, que est‡ tras los r’os de Etiop’a;

 

 

 

Es una profec’a breve, y no muy clara.  Para entender lo que el profeta est‡ diciendo, es necesario saber algo de las historia del tiempo.

 

Metido mas dentro de la çfrica, Etiop’a ten’a mas selva con toda forma de moscas y de insectos volantes.  Por esto hablan de alas.

 

Los que visitaban all‡ vieron grandes cantidades de insectos volando por el aire, y hacen sus ruidos.

 

Como en frente de mi casa hay un ‡rbol que en el verano, como ahora, se llene de abejas, y caminando abajo se escucha todas estas abejas, y uno no quiere enojar las.

 

Pero esto de alas y de movimiento se aplica metaf—ricamente tambiŽn. Los de Etiop’a eran muy astutos, y siempre estaban comunicando con otros pa’ses por sus comercios, y sus conquistas, siendo descendientes de Nimrod.

 

2) que env’a mensajeros por el mar, y en naves de junco sobre las aguas! Andad, mensajeros veloces, a la naci—n de elevada estatura y tez brillante, al pueblo temible desde su principio y despuŽs, gente fuerte y conquistadora, cuya tierra es surcada por r’os.

 

Ten’an naves especiales que su pudieran llevar caminando cuando no hab’an r’os, o cuando no hab’a profundidad de agua.  En SuramŽrica, en Perś tienen lanchas semejantes, que realmente no son de madera dura.

 

Pero como hombres fuertes, se pudieron viajar lejos en poco tiempo, y en aquellos tiempos todos andaban en p‡nico por los Asirios, y hab’a mucho movimiento diplom‡tico.

 

2) que env’a mensajeros por el mar, y en naves de junco sobre las aguas! Andad, mensajeros veloces, a la naci—n de elevada estatura y tez brillante, al pueblo temible desde su principio y despuŽs, gente fuerte y conquistadora, cuya tierra es surcada por r’os.

La gente de Etiop’a eran muy altos, algunos de los mas altos del mundo.  Y su piel casi se brillaba.  Eran muy diferentes de todos, no solamente por su color, sino por muchas otras caracter’sticas.  Isa’as no estaba burlando de ellos, simplemente notaba como eran.

 

Dice que eran pueblo temible desde su principio, porque todos sab’an que descendieron de Nimrod, uno de los primeros conquistadores en la historia del mundo.

2) que env’a mensajeros por el mar, y en naves de junco sobre las aguas! Andad, mensajeros veloces, a la naci—n de elevada estatura y tez brillante, al pueblo temible desde su principio y despuŽs, gente fuerte y conquistadora, cuya tierra es surcada por r’os.

 

Cuando dice ŇAndad mensajeros velocesÓ, es como que Isa’as estaba diciendo, ustedes pueden regresar a su selva.  No es necesario ofrecer a nosotros una alianza, porque nosotros no necesitamos tu ayuda.

 

Isa’as habiendo recibido su gran visi—n de Dios en el capitulo seis, sabia que no era necesario buscar la alianza de otros pa’ses para una protecci—n confiable.

 

Los que no conocieron al Dios verdadero, solamente pudieron confiar en el hombre, y en lo que el hombre pudiera producir o organizar.

 

Esto es el gran problema en nuestros tiempos.  Los pa’ses en todas partes tienen grandes problemas, como en el medio oriente, o en Europa, o en Venezuela.  Y en vez de confiar en el Dios verdadero, la gran mayor’a conf’an en lo que el hombre puede inventar para resolver sus problemas.  Algunos buscan sus soluciones hasta en la brujer’a o con los hechiceros.

 

Pero Isa’as conoc’a a Dios, y como hemos aprendido en Jerem’as, los que conocen a Dios no deben de poner su confianza en los hombres.

 

Jerem’as 17:5  As’ ha dicho Jehov‡: Maldito el var—n que

conf’a en el hombre, y pone carne por su brazo, y su coraz—n se aparta de Jehov‡.

 

O tambiŽn en el libro de los Salmos.

 

Salmos 146:3   No confiŽis en los pr’ncipes,

Ni en hijo de hombre, porque no hay en Žl salvaci—n.

 

Y las alianzas humanas no solamente ofendieron a Dios por el hecho de que se buscaron su ayuda en otra parte, sino porque mezclando se con los pa’ses paganos, f‡cilmente se formaron matrimonios con ellos y adoptaron hasta sus costumbres.

 

Hasta MoisŽs tenia una mujer de Etiopia siglos antes.

 

Nśmeros 12:1   Mar’a y Aar—n hablaron contra MoisŽs a causa

de la mujer cusita que hab’a tomado; porque Žl hab’a tomado mujer cusita.

 

Cuando hablan de Cus o cusita, est‡ hablando de estos de Etiopia.

 

3) Vosotros, todos los moradores del mundo y habitantes de la tierra, cuando se levante bandera en los montes, mirad; y cuando se toque trompeta, escuchad.

 

Isa’as informaba no solamente a los cusitas, sino a todos, que no era necesario preocupar se tanto por ese emperio de Asiria.

 

Dios iba a hacer algo, algo espantoso, algo grande como lo que pas— con Egipto cuando su pueblo salio de all’, y todo el mundo hablaba del asunto por siglos despuŽs.

 

En el libro de JosuŽ, Rahab, una mujer prostituta, hablaba de c—mo los enemigos del pueblo de Dios tem’an a los jud’os por lo que pas— saliendo de Egipto.

 

JosuŽ 2:10-11  Porque hemos o’do que Jehov‡ hizo secar las

aguas del Mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto, y lo que habŽis hecho a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jord‡n, a Seh—n y a Og, a los cuales habŽis destruido.

 

Oyendo esto, ha desmayado nuestro coraz—n; ni ha quedado m‡s aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehov‡ vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra.

 

Ella as’ confiando en el poder de Dios estaba no solamente rescatada, sino que aparece en Mateo, como parte del linaje de Cristo Jesśs.

 

Pero lo que dice Isa’as en esta profec’a breve es que Dios estaba preparando se para hacer algo semejante en la destrucci—n de Asiria, y por lo tanto los mensajeros veloces pudieron regresar a Etiop’a.  Las alianzas de p‡nico no eran necesarias.

 

4) Porque Jehov‡ me dijo as’: Me estarŽ quieto, y los mirarŽ desde mi morada, como sol claro despuŽs de la lluvia, como nube de roc’o en el calor de la siega.

Esto b‡sicamente dijo, que el Dios de Israel estaba muy quieto, en toda calma, que todo era muy claro y sin peligro.

 

Aun si medio mundo estaba corriendo de un lugar a otro tratando de encontrar sus alianzas perfectas para ofrecer algo de resistencia en contra de Asir’a, el Dios de Israel no reconoc’a problema alguno.

 

Todo estaba muy claro, despejado como despuŽs de una lluvia.

 

Y esto es la aplicaci—n principal de este capitulo.  Cuando el mundo entero est‡ en un p‡nico por esto o por aquello, por el terrorismo o por diferentes situaciones econ—micas, la gente de Dios deben de estar en paz perfecta.  pausa

 

Recib’ correo ayer de una hermana de Venezuela, que dijo que se vean a ni–os pasando de puerta a puerta pidiendo cualquier cosa para comer.

 

Pero ella dijo, Ňdoy gracias que conozco al se–or que el provee algo que podamos comer cada d’aÓ.

 

All‡, ahora, el mundo entero est‡ en caos, pero ella est‡ bien.

 

Esto es el punto del capitulo.  Los que conocen a Dios deben de confiar en su Dios, y no temer ni a los hombres ni a las circunstancias que vienen y van en este mundo.

 

5) Porque antes de la siega, cuando el fruto sea perfecto, y pasada la flor se maduren los frutos, entonces podar‡ con podaderas las ramitas, y cortar‡ y quitar‡ las ramas.

 

Esta es una manera poŽtica de hablar de la destrucci—n de Asiria.

 

El rey de Asiria deseaba cosechar a Jud‡ de sus riquezas y de su gente, y de esclavos que se pudiera vender.

 

Pero en el ultimo momento, esa cosecha seria cancelada.  Es que otra vez, Dios iba a hacer algo grande.

 

6) Y ser‡n dejados todos para las aves de los montes y para las bestias de la tierra; sobre ellos tendr‡n el verano las aves, e invernar‡n todas las bestias de la tierra.

 

 

En vez de los Asirios cosechando al pueblo de Dios, las aves de rapi–a, y las fieras salvajes, iban a cosechar a los de Asiria.

 

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Bueno, como este capitulo es breve, ser‡ posible ver exactamente que pas—, en la destrucci—n de Asiria, porque se van a hablar mucho de esto en todo el libro de Isa’as.

 

Vino un general muy arrogante para exigir a Jud‡ que se rindan.

 

2 Reyes 18:28-35     Entonces el Rabsaces se puso en pie y

clam— a gran voz en lengua de Jud‡, y habl— diciendo: O’d la palabra del gran rey, el rey de Asiria.

 

As’ ha dicho el rey: No os enga–e Ezequ’as, porque no os podr‡ librar de mi mano.

 

Y no os haga Ezequ’as confiar en Jehov‡, diciendo: Ciertamente nos librar‡ Jehov‡, y esta ciudad no ser‡ entregada en mano del rey de Asiria.

 

No escuchŽis a Ezequ’as, porque as’ dice el rey de Asiria: Haced conmigo paz, y salid a m’, y coma cada uno de su vid y de su higuera, y beba cada uno las aguas de su pozo, hasta que yo venga y os lleve a una tierra como la vuestra, tierra de grano y de vino, tierra de pan y de vi–as, tierra de olivas, de aceite, y de miel; y vivirŽis, y no morirŽis. No oig‡is a Ezequ’as, porque os enga–a cuando dice: Jehov‡ nos librar‡.

 

ŔAcaso alguno de los dioses de las naciones ha librado su tierra de la mano del rey de Asiria?

 

ŔD—nde est‡ el dios de Hamat y de Arfad? ŔD—nde est‡ el dios de Sefarvaim, de Hena, y de Iva? ŔPudieron Žstos librar a Samaria de mi mano?

 

 

ŔQuŽ dios de todos los dioses de estas tierras ha librado su tierra de mi mano, para que Jehov‡ libre de mi mano a JerusalŽn?

 

Esto era realmente espantoso, porque ese hombre vino con grandes poderes militares.  Era una prueba.  Los del pueblo de Dios ten’an que decidir si iban a vivir en el temor del hombre, o en el temor de Dios.

 

Bueno Ezequ’as pidi— consejo de Isa’as, tratando de confiar en Dios cuando todo parec’a perdido. Isa’as respondi—É

 

2 Reyes 19:20-22     Entonces Isa’as hijo de Amoz envi— a

decir a Ezequ’as: As’ ha dicho Jehov‡, Dios de Israel: Lo que me pediste acerca de Senaquerib rey de Asiria, he o’do.

 

Esta es la palabra que Jehov‡ ha pronunciado acerca de Žl: La virgen hija de Sion te menosprecia, te escarnece; detr‡s de ti mueve su cabeza la hija de JerusalŽn.

 

ŔA quiŽn has vituperado y blasfemado? Ŕy contra quiŽn has alzado la voz, y levantado en alto tus ojos? Contra el Santo de Israel.

 

Bueno, el rey de Asiria despuŽs estaba asesinado por sus propio hijo, y su gran ejercito estaba destruido.

 

2 Reyes 19:32-35     Por tanto, as’ dice Jehov‡ acerca del

rey de Asiria: No entrar‡ en esta ciudad, ni echar‡ saeta en ella; ni vendr‡ delante de ella con escudo, ni levantar‡ contra ella baluarte.

 

Por el mismo camino que vino, volver‡, y no entrar‡ en esta ciudad, dice Jehov‡.

 

Porque yo ampararŽ esta ciudad para salvarla, por amor a m’ mismo, y por amor a David mi siervo.

 

 

 

Y aconteci— que aquella misma noche sali— el ‡ngel de Jehov‡, y mat— en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se levantaron por la ma–ana, he aqu’ que todo era cuerpos de muertos.

 

Esto es el punto, el mundo entero estaba preocupado por los de Asiria, pero Dios mand— a su ‡ngel y en una sola noche todo estaba cambiado.  Los de Jud‡ ni tenia que levantar mano en contra de ellos.  Dios hizo todo.

 

Por esto los mensajeros veloces pudieran regresar a su tierra de Etiopia, sin temor, Asiria no iba a ser una amenaza mas.  Es que Jehov‡, el Dios de Jud‡ ya tenia todo bajo control.

 

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Regresando a Isa’as 18, ultimo verso.

 

7) En aquel tiempo ser‡ tra’da ofrenda a Jehov‡ de los ejŽrcitos, del pueblo de elevada estatura y tez brillante, del pueblo temible desde su principio y despuŽs, gente fuerte y conquistadora, cuya tierra es surcada por r’os, al lugar del nombre de Jehov‡ de los ejŽrcitos, al monte de Sion.

 

ŔQue quiere decir esto?  Es que como Rahab escuch— del escape de Egipto, y respondi— en fe, aun siendo de un pa’s pagano, de la misma manera, los de Etiopia iban a escuchar de la derrota repente de Asiria, e iban a pensar, ŇTal vez estos jud’os realmente conocen al Dios verdadero, y tal vez nosotros debemos de aprender algo de ese gran Dios, y olvidar de nuestros ’dolos y de nuestros hechiceros.

 

DespuŽs de esto, ha habido fe en Etiopia.  Y hasta en el nuevo testamento se vea que hubo relaciones entre Israel y esa gran naci—n de çfrica, en que los africanos aun trataban de entender el Dios de Israel.

 

Hechos 8:26-38 Un ‡ngel del Se–or habl— a Felipe, diciendo:

Lev‡ntate y ve hacia el sur, por el camino que desciende de JerusalŽn a Gaza, el cual es desierto.

 

Entonces Žl se levant— y fue.

 

 

 

Y sucedi— que un et’ope, eunuco, funcionario de Candace reina de los et’opes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, y hab’a venido a JerusalŽn para adorar, volv’a sentado en su carro, y leyendo al profeta Isa’as.

 

Y el Esp’ritu dijo a Felipe: AcŽrcate y jśntate a ese carro.  Acudiendo Felipe, le oy— que le’a al profeta Isa’as, y dijo: Pero Ŕentiendes lo que lees?

 

El dijo: ŔY c—mo podrŽ, si alguno no me ense–are? Y rog— a Felipe que subiese y se sentara con Žl.

 

El pasaje de la Escritura que le’a era este:

Como oveja a la muerte fue llevado;

 

     Y como cordero mudo delante del que lo

trasquila, As’ no abri— su boca.

 

En su humillaci—n no se le hizo justicia; Mas su generaci—n, ŔquiŽn la contar‡?

 

Porque fue quitada de la tierra su vida.

 

Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe: Te ruego que me digas: Ŕde quiŽn dice el profeta esto; de s’ mismo, o de algśn otro?

 

Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunci— el evangelio de Jesśs.

 

Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aqu’ hay agua; ŔquŽ impide que yo sea bautizado?

 

Felipe dijo: Si crees de todo coraz—n, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.

 

Y mand— parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautiz—.

 

 

======================== Conclusi—n =====================

 

Mucha de la gente de la gran naci—n de Etiopia, llegaron a la fe Cristiana, temprano en la historia de la iglesia, porque Dios tenia un gran amor por ellos.

 

Y si tu no ha sido bautizado, pero crees todo lo que has aprendido por la palabra de Cristo, tu tambiŽn puedes bajar al agua, y estar limpiado de tus pecados, empezando una vida nueva, como este hombre del gobierno que seguramente regres— a su pa’s, trayendo el evangelio a todos.

 

Pero si aun no puedes, porque est‡s atrapado en alguna forma de pecado, que aun te tiene en la servidumbre a la carne, al mundo o al diablo, puedes pasar al frente, y oraremos para tu victoria, y para tu libertad.

 

Vamos a orar!