16 de junio de 17
La Madre de Salom—n
Proverbios 5:1-23
Salom—n, como un ni–o, como un joven del reino de
David, vio muy de cerca, el impacto actual de la infidelidad de un hombre en
los asuntos matrimoniales.
David, en un momento de suprema debilidad, observaba
a una mujer bella bailando sobre el techo de su casa. Con el lujo de tiempo, de autoridad y de riqueza, David
ped’a que esa mujer sea tra’da a Žl.
Primeramente para hablar, seguramente, pero una cosa
se llevaba a otra, y al fin de cuentas, ella se result— embarazada. Y esto era un problema.
Y por causa de ese problema, David, el hombre segśn
el coraz—n de Dios, de repente se empez— a mentir, a esconder cosas.
Hasta que se termin— matando el hombre bueno de esa
mujer, provocando tremendamente la indignaci—n de su Se–or.
Nat‡n tuvo que venir con un cuento sobre un
corderito robado, y David, escuchando la historia, se conden— a si mismo,
ordenando una retribuci—n de cuatro por uno.
Y Salom—n vio, creciendo, poco a poco, la muerte de
cuatro de sus medio hermanos, por lo que pas— con esa mujer.
ÁAh! A prop—sito, esa mujer con que David ca’a, era
BetsabŽ, la madre del autor humano de este libro, o sea ella era La Madre de Salom—n.
1-2)
Hijo m’o, est‡ atento a mi sabidur’a, y a mi inteligencia inclina tu o’do, Para
que guardes consejo, y tus labios conserven la ciencia.
Ese padre tomaba mucho de su tiempo valioso, para
guiar a su hijo querido, y de la misma manera tu Padre Celestial, quiere
plantar en ti, una fidelidad, que ser‡ observada por todos como una gran
manifestaci—n de la sabidur’a.
3-4)
Porque los labios de la mujer extra–a destilan miel, y su paladar es m‡s blando
que el aceite; mas su fin es amargo como el ajenjo, agudo como espada de dos
filos.
Aqu’ se pudiera f‡cilmente estar hablando de lo que
pas— con Sans—n, siglos mas tarde.
Sans—n se ca’a f‡cilmente en las redes de una mujer que ni era del
pueblo de Dios.
Cuando dice que su paladar es mas blando que el
aceite, puede ser como las diferentes prostitutas de los filisteos sab’an c—mo
manipular las palabras con un hombre joven. Llamando le guapo, deseable, fascinante.
Y por esto Sans—n, en una pasi—n ferviente, orden— hasta
sus padres a organizar su boda con una de ellas.
Pero finalmente se termin— con Dalila, otra mujer
extra–a que solamente deseaba aprovechar se de Žl, dejando lo como esclavo con
sus ojos sacados.
La historia est‡ interesante, porque en un sentido no
literal, sino metaf—ricamente, muchos hombres de Dios, han tenido sus ojos
espirituales sacados, enredando se con la mujer extra–a, encontrando la en su
trabajo, o en sus videos, o hasta encontrando la en la pornograf’a del
Internet.
5)
Sus pies descienden a la muerte; sus pasos conducen al Seol.
La ense–anza de este capitulo es muy necesario,
porque muchas veces los hombres, especialmente los hombres j—venes, no se dan
cuenta del peligro con que se juegan, con sus almas, con sus vidas
espirituales, fijando sus ojos en la mujer de otro, o en una mujer bella que
realmente no conoce a Dios.
El mensaje tambiŽn viene en un buen tiempo, aqu’ en
el sur de California, con el calor empezando, y muchas mujeres j—venes, como la Madre de Salom—n, presentando se en
public—, con poca ropa.
Y por supuesto, el diablo est‡ observando a los
hombres Cristianaos, tratando de presentar les una tentaci—n adecuada para ver
otro joven, otro hombre de Dios, cayendo de manera fea, para el oprobio del
nombre de Cristo.
1 Pedro 5:8-9 Sed
sobrios, y velad; porque vuestro
adversario el diablo, como
le—n rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes
en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros
hermanos en todo el mundo.
Y si tu hermano pides, Ň?Pero como puedo resistir
fijando mis ojos en todo esto, aqu’ en el verano?Ó pausa
El justo, Job, encontr— una manera.
Job 31:1 Hice
pacto con mis ojos;
ŔC—mo,
pues, hab’a yo de mirar a una virgen?
Job 31:9-11 Si
fue mi coraz—n enga–ado acerca de mujer,
Y si estuve acechando a la
puerta de mi pr—jimo, muela para otro mi mujer, Y sobre ella otros se encorven.
Porque es maldad e iniquidad que
han de castigar los jueces.
Los antiguos entendieron los peligros del adulterio,
y de la fornicaci—n.
Hebreos 13:4 Honroso
sea en todos el matrimonio, y el lecho
sin mancilla; pero a los
fornicarios y a los adślteros los juzgar‡ Dios.
Esto puede ser un error fatal. Sabemos que con algunos Dios ha
perdonado, porque ha habido arrepentimiento verdadero, pero la consecuencia
normal, casi para la mayor’a, es la muerte.
6)
Sus caminos son inestables; no los conocer‡s, si no considerares el camino de
vida.
El hombre entra en tales formas de tentaci—n,
pensando que se puede controlar lo que pasa. Tal vez David, pensaba, ŇBueno, la voy a invitar, por un
rato, solamente para charlar, sobre asuntos inocentes.
Pero estaba ingenuo aquella vez, estaba ingenuo del
poder de la tentaci—n, y no pudo resistir en el momento preciso, tomando ese
fruto prohibido, la Madre de Salom—n,
pecado que cost— las vidas de
cuatro de sus hijos, y esto, con el perd—n de Dios.
ÁImag’nate el castigo ni no encontraba ese perd—n
divino!
7-8)
Ahora pues, hijos, o’dme, y no os apartŽis de las razones de mi boca. Aleja de ella tu camino, y no te
acerques a la puerta de su casa;
ŔPero para nosotros, en el mundo moderno, donde est‡
la puerta de la casa de esa mujer tan extra–a?
Para muchos la pueden encontrar en la pantalla de su
televisi—n si tienen a cable, y si tienen varias pantallas en diferentes
cuartos de la casa.
Y si usted deja todo esto en tu casa, y dejes a los
j—venes solos sin supervisi—n. No
te sorprendes si los j—venes, o hasta los ni–os han explorado todo, ya.
Otros hermanos que desean un poco mas privacidad
pueden observar la mujer extra–a por la pantalla de su computadora, o hasta por
su telŽfono.
Aqu’, muchos pastores, ense–ando ese capitulo,
empiezan a citar las estad’sticas sobre los hombres Cristianos dentro y fuera
del ministerio, que ahora tienen graves problemas con la pornograf’a.
Y yo estuve ayudando hasta una mujer, con ese
problema, en otro pa’s, porque
todo esto ahora est‡ tan accesible.
Pero es un lazo del diablo, para atrapar te,
quitando tu tiempo y tu energ’a, y dejando te lleno de sentimientos de la culpabilidad
y de la suciedad, y del temor de pedir la ayuda para planear tu escape.
En muchos casos, seria correcto decir que hay
hermanos que poco a poco est‡n sintiendo sus ojos espirituales, sacados, como
lo que pas— con Sans—n, dejando los como los esclavos del enemigo.
Cristo dijoÉ
Juan 10:10 El
ladr—n no viene sino para hurtar y matar y
destruir; yo he venido
para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
Lo que el enemigo quiere robar de ti, es tu
capacidad de servir a Dios con eficacia.
El diablo no puede matar te, pero s’ puede sugerir
que tu acabas tu propia vida, Ňhaciendo un favor para todosÓ, que es unas de
sus expresiones favoritas.
Y para destruir, quiere destruir a tu matrimonio, si
est‡s casado, o para plantar im‡genes en tu mente para estorbar tu relaci—n con
tu esposa futura, siempre recordando, lo que has mirado, observando, como David
observaba, la Madre de Salom—n.
9-10)
Para que no des a los extra–os tu honor, y tus a–os al cruel; No sea que
extra–os se sacien de tu fuerza, y tus
trabajos
estŽn en casa del extra–o;
Estos casos de adulterio, de fornicaci—n pueden terminar
bien costosos. Y si tu crees que tu
lujuria, fijando tus ojos en las mujeres por pantalla electr—nica es de poca
importancia, recuerde no mas de lo que Cristo dijo en el libro de Mateo.
Mateo 5:28-30 Pero
yo os digo que cualquiera que mira a una
mujer para codiciarla, ya
adulter— con ella en su coraz—n.
Por tanto, si tu ojo
derecho te es ocasi—n de caer, s‡calo, y Žchalo de ti; pues mejor te es que se
pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.
Y si tu mano derecha te es
ocasi—n de caer, c—rtala, y Žchala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de
tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.
9-10)
Para que no des a los extra–os tu honor, y tus a–os al cruel; No sea que
extra–os se sacien de tu fuerza, y tus
trabajos
estŽn en casa del extra–o;
Muchos acaban gastando por abogados, o por apoyo
familiar de varias familias a la vez, o por diferentes formas de chantaje,
tratando de preservar sus reputaciones.
Pero de una manera u otra esto te va a costar. Y no te crees que todo esto ser‡ siempre
secreto, estas formas de pecado tienen su manera de descubrir se.
11-13)
Y gimas al final, cuando se consuma tu carne y tu cuerpo, Y digas: !!C—mo aborrec’ el consejo, y
mi coraz—n menospreci— la reprensi—n; No o’ la voz de los que me instru’an, y a
los que me ense–aban no inclinŽ mi o’do!
Esa es la confesi—n de uno que est‡ dispuesto a
reconocer su trasgresi—n. Pero hay
montones de testimonios de acianos, de pastores, de di‡conos, que han ca’do en
esto, y han insistido que eran siempre inocentes.
Y cuando no hay arrepentimiento, no hay perd—n. Muchos han perdido a sus familias, a sus
reputaciones, y por supuesto, sus ministerios.
Otros, como Sans—n, solamente pierdan, sus ojos,
espiritualmente hablando, perdiendo para siempre el deseo de orar, o de
estudiar las santas escrituras.
Por lo menos Sans—n se arrepent’a, acabando con su
esclavitud, pero hay muchos que quedan en sus cadenas hasta que se llegan a la
muerte. Quedan atrapados como los
‡ngeles ca’dos, atrapados para siempre.
No olvides hermano, hermana, pase lo que pase
contigo, como hijo, como hija de Dios, siempre hay perd—n, libertad para ti,
pero tienes que poner te bien con tu Dios, y esto con toda rapidez.
14)
Casi en todo mal he estado, en medio de la sociedad y de la congregaci—n.
David trataba de mantener en secreto su aventura con
la Madre de Salom—n, pero no era
posible.
Es que Dios prometi— a publicar a todo el pueblo.
2 Samuel 12:9-12 ŔPor
quŽ, pues, tuviste en poco la
palabra de Jehov‡,
haciendo lo malo delante de sus ojos? A Ur’as heteo heriste a espada, y tomaste
por mujer a su mujer, y a Žl lo mataste con la espada de los hijos de Am—n.
Por lo cual ahora no se
apartar‡ jam‡s de tu casa la espada, por cuanto me menospreciaste, y tomaste la
mujer de Ur’as heteo para que fuese tu mujer.
As’ ha dicho Jehov‡: He
aqu’ yo harŽ levantar el mal sobre ti de tu misma casa, y tomarŽ tus mujeres
delante de tus ojos, y las darŽ a tu pr—jimo, el cual yacer‡ con tus mujeres a
la vista del sol.
Porque tś lo hiciste en
secreto; mas yo harŽ esto delante de todo Israel y a pleno sol.
Muchos hermanos, j—venes, y ahora hasta hermanas
piensan que pueden practicar la inmoralidad, y nadie sabr‡, pero de una manera
u otro, esta saldr‡ a la luz, produciendo r’os de lagrimas.
15-17)
Bebe el agua de tu misma cisterna, y los raudales de tu propio pozo. ŔSe derramar‡n tus fuentes por las
calles, y tus corrientes de aguas por las plazas? Sean para ti solo, y no para los extra–os contigo.
Ahora Salom—n va a dar algunos remedios para ayudar
al hombre o a la mujer de Dios a vivir en las sabidur’a de la fidelidad.
Es que tenemos que aprender a realmente buscar el
gozo, la satisfacci—n, en nuestra propia pareja.
Si Dios te ha dado una esposa, esto no era un
accidente, sino que por la providencia de Dios, ella es tu remedio.
18-19)
Sea bendito tu manantial, y alŽgrate con la mujer de tu juventud, Como cierva
amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su
amor recrŽate siempre.
No es una buena doctrina, simplemente prohibir algo,
sino que hay que dar otra cosa en su lugar.
Y los casados deben de buscar su satisfacci—n en sus
propios matrimonios, y no en nada de afuera.
1 Corintios 7:1-3 En
cuanto a las cosas de que me
escribisteis, bueno le
ser’a al hombre no tocar mujer; pero a causa de las fornicaciones, cada uno
tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido.
El marido cumpla con la
mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido.
Para los solteros es otra cosa. Pero si no tienes el don de vivir solo,
sin pareja, pide a Dios, una persona adecuada, con que te puedes casar. Una persona creyente.
Y mientras tanto, ruega a Dios por el poder de vivir
en la pureza, hasta que esa persona aparece y te cases de una vez.
En nuestros tiempos esto suena imposible para
muchos, pero grandes nśmeros de hermanos y hermanas han alcanzado ese meta, de
la sabidur’a. Y en la palabra de
Dios, no es opcional.
Si tu dices que tienes a Cristo, pero esto no es
suficiente, tengo que amonestar te hermano, hermana est‡s en peligro.
El diablo ha metido con muchos que han dicho en sus
mentes, ŇSi yo tengo a Cristo, pero esto no suficienteÓ.
Filipenses 4:13 Todo
lo puedo en Cristo que me fortalece.
20)
ŔY por quŽ, hijo m’o, andar‡s ciego con la mujer ajena,
Y
abrazar‡s el seno de la extra–a?
Ahora viene como una pregunta. Porque simplemente no
tiene sentido.
A veces cuando viene la tentaci—n podemos levantar
el escudo de la fe, o lanzar con la espada del Esp’ritu, pero en otras
ocasiones, es simplemente mejor huir, corriendo a toda velocidad.
Esta es la manera en que JosŽ se escap— de la mujer
de Potifar.
GŽnesis 39:10-12 Hablando
ella a JosŽ cada d’a, y no
escuch‡ndola Žl para
acostarse al lado de ella, para estar con ella, aconteci— que entr— Žl un d’a
en casa para hacer su oficio, y no hab’a nadie de los de casa all’.
Y ella lo asi— por su
ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces Žl dej— su ropa en las manos de ella,
y huy— y sali—.
Hermano, cuando sabes que la tentaci—n est‡ fuerte,
a veces lo mejor es simplemente huir, con prisa, y no jugar con fuego, como
hizo David, con la Madre de Salom—n.
21)
Porque los caminos del hombre est‡n ante los ojos de Jehov‡, y Žl considera
todas sus veredas.
Esto tambiŽn es muy practico considerar. Nada de lo que tu haces, hermano,
hermana est‡ en secreto, sino que todo lo que pasa en tu vida, est‡ pasando en
frente de los ojos de Dios.
Por esto dijo Pedro..
1 Pedro 2:11 Amados,
yo os ruego como a extranjeros y
peregrinos, que os
absteng‡is de los deseos carnales que batallan contra el alma.
22)
Prender‡n al imp’o sus propias iniquidades, y retenido ser‡ con las cuerdas de
su pecado.
Esto es exactamente como los ‡ngeles ca’dos, que no
pueden escapar jam‡s de sus prisiones.
2 Pedro 2:4-9 Porque
si Dios no perdon— a los ‡ngeles que
pecaron, sino que
arroj‡ndolos al infierno los entreg— a prisiones de oscuridad, para ser
reservados al juicio; y si no perdon— al mundo antiguo, sino que guard— a NoŽ,
pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el
mundo de los imp’os;
y si conden— por
destrucci—n a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciŽndolas a ceniza y
poniŽndolas de ejemplo a los que hab’an de vivir imp’amente,
y libr— al justo Lot,
abrumado por la nefanda conducta de los malvados (porque este justo, que moraba
entre ellos, aflig’a cada d’a su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos
de ellos), sabe el Se–or librar de tentaci—n a los piadosos, y reservar a los
injustos para ser castigados en el d’a del juicio.
Hermanos, el hecho de que tu y yo estamos viviendo
en medio de algo como Sodoma y de Gomorra, no es una justificaci—n de portar se
como los de Sodoma y de Gomorra.
23)
El morir‡ por falta de correcci—n, y errar‡ por lo inmenso de su locura.
Salom—n aqu’ en este capitulo, ense–aba sobre un
pecado que es pura locura. Pero
dentro y fuera de las iglesias, vas a ver, hombres, j—venes, hasta hermanas,
cayendo en esa locura.
Es nuestra oraci—n que esto jam‡s pasa contigo.
------------------------- Conclusi—n ------------------------
Y si est‡s luchando con algo semejante, puedes pasar
y recibir oraci—n en unos momentos, o si prefieres, puedes venir en otra
ocasi—n, para hablar conmigo de las maneras de estar otra vez viviendo en la
libertad, y caminando en la victoria.
Vamos
a Orar