11 de marzo de 17

 

El Imperio De La Muerte

Hebreos 2:14-15

 

Cuando Cristo Jesśs resucit— de los muertos, vino a sus disc’pulos dando ordenes diciendoÉ

 

Mateo 28:18-19 Toda potestad me es dada en el cielo y en la

tierra.  Por tanto, Id, y haced disc’pulos a

todas las naciones, bautiz‡ndolos en el

nombre del Padre, y del Hijo, y del Esp’ritu

Santo.

 

Cristo empez— hablando de su autoridad, ŇToda potestad me es dada en el cielo y en la tierraÓ.

 

Y si Cristo Jesśs tiene toda autoridad, toda la que existe, entonces podemos preguntar Ŕcuanta autoridad tiene el diablo ya?  Y la respuesta es, no tiene ninguna.

 

Las Escrituras ense–an que antes, el diablo, el gran enga–ador tenia hasta un imperio, un imperio de la muerte, pero esto ya se acab—.

 

Hebreos 2:14-15 As’ que, por cuanto los hijos

participaron de carne y sangre, Žl tambiŽn particip— de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que ten’a el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.

 

Por el temor de la muerte, el diablo ha mantenido los hombres en su poder.  Pero ahora no tenemos que vivir en el temor de la muerte. 

 

La muerte ya no tiene el mismo poder, ni sobre nosotros, ni sobre nuestros cuerpos.

 

La muerte no fue natural.  La muerte ni existia cuando Dios hizo el mundo, sino que todo estaba bien, muy bien, en gran manera.

 

Pero por el pecado, la rebeli—n, el orgullo y la soberbia, por el rechazo de la Santa Ley de Dios, la muerte, en todo su espanto encontr— su lugar en el mundo.

 

Pero por la victoria de Cristo, ni la muerte tiene que reinar sobre nuestros cuerpos para siempre.

 

1 Corintios 15:53-57 Porque es necesario que esto

corruptible se vista de incorrupci—n, y esto mortal se vista de inmortalidad.

 

Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupci—n, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplir‡ la palabra que est‡ escrita: Sorbida es la muerte en victoria.

 

ŔD—nde est‡, oh muerte, tu aguij—n? ŔD—nde, oh sepulcro, tu victoria?

ya que el aguij—n de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley.

 

Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Se–or Jesucristo.

 

Amigo, nunca aceptas la muerte como algo natural.  Nunca pienses de la muerte como algo menos de tu enemigo.  En la Biblia la muerte es el postrer enemigo, o sea el ultimo enemigo que ser‡ destruido.

 

1 Corintios 15:22-26 Porque as’ como en Ad‡n todos

mueren, tambiŽn en Cristo todos ser‡n vivificados.

 

Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.

 

Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia.

 

Porque preciso es que Žl reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies.  Y el postrer enemigo que ser‡ destruido es la muerte.

 

La muerte es fea, la muerte sucia, la muerte es algo espantoso, un enemigo formidable, pero ahora un enemigo derrotado.

ŔD—nde est‡, oh muerte, tu aguij—n? ŔD—nde, oh sepulcro, tu victoria?

ya que el aguij—n de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley.

 

Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Se–or Jesucristo.

 

Cristo vino para derrotar la muerte, no para celebrar la.

 

En la fe Cristiana celebramos la vida, y la destrucci—n de la muerte.

 

Juan 3:16 Porque de tal manera am— Dios al mundo,

que ha dado a su Hijo unigŽnito, para que todo aquel que en Žl cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

 

Juan 10:10 El ladr—n no viene sino para hurtar y matar

y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.

 

1 Juan 5:13    Estas cosas os he escrito a vosotros que

creŽis en el nombre del Hijo de Dios, para que sep‡is que tenŽis vida eterna, y para que cre‡is en el nombre del Hijo de Dios.

 

Oh amigo, es una locura, un error sin sentido, celebrar la muerte cuando debes de estar celebrando la vida.

 

ŔD—nde est‡, oh muerte, tu aguij—n? ŔD—nde, oh sepulcro, tu victoria?

ya que el aguij—n de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley.

 

Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Se–or Jesucristo.

 

Es el diablo que siempre ha querido dominar la gente por medio de su imperio de la muerte, pero Cristo te est‡ llamando ya, a un imperio de la vida.

 

Hebreos 2:14-15 As’ que, por cuanto los hijos

participaron de carne y sangre, Žl tambiŽn particip— de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que ten’a el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.

Oh mi querido amigo, la muerte es el pago terrible por el amor del pecado.

 

Romanos 6:23   Porque la paga del pecado es muerte,

mas la d‡diva de Dios es vida eterna en Cristo Jesśs Se–or nuestro.

 

Si tu eres una persona que ya est‡ enredada en la pornograf’a, como vicio, ya eres prisionero del imperio de la muerte.

 

Si ha sido infiel a tu esposo, a tu esposa, has ca’do en las garras del que quiere atrapar te otra vez en su imperio.

 

Mateo 5:27-30  O’steis que fue dicho: No cometer‡s

adulterio.  Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulter— con ella en su coraz—n.

 

Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasi—n de caer, s‡calo, y Žchalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.

 

Y si tu mano derecha te es ocasi—n de caer, c—rtala, y Žchala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.

 

Amigo, no es necesario vivir mas en las trampas del pecado. Cristo ha resucitado, para darte poder, poder para vivir una vida superior.  Una vida libre del imperio de la muerte.

 

Y si tu amigo, has vivido jugando con los artes negros de los hechiceros, los brujos, los curanderos, la ouija, la macumba o la sanitaria, sepa pues, que es posible que has ca’do en las garras del que quiere cerrar te en su imperio de la muerte.

 

Todas estas actividades llevan consecuencias terribles segśn la Santa Ley de Dios.

 

Lev’tico 20:6  Y la persona que atendiere a encantadores o

adivinos, para prostituirse tras de ellos, yo pondrŽ mi rostro contra la tal persona, y la cortarŽ de entre su pueblo.

 

 

Lev’tico 20:27 Y el hombre o la mujer que evocare esp’ritus

de muertos o se entregare a la adivinaci—n, ha de morir; ser‡n apedreados; su sangre ser‡ sobre ellos.

 

Deuteronomio 18:10-12     No sea hallado en ti quien haga

pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinaci—n, ni agorero, ni sort’lego, ni hechicero,  ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos.

 

Porque es abominaci—n para con Jehov‡ cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehov‡ tu Dios echa estas naciones de delante de ti.

 

Apocalipsis 21:8     Pero los cobardes e incrŽdulos, los

abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los id—latras y todos los mentirosos tendr‡n su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.

 

Oh, amigo, se–ora, si esto ha sido tu vida, jugando en este lodo, como el perro volviendo a su vomito, es posible que la maldici—n de Dios ya est‡ aun descansando sobre ti, que ya est‡s atrapada en el imperio de la muerte, pero aun para ti, hay esperanza en la sangre de Cristo, si quieres por fin encontrar tu libertad en el poder de la resurrecci—n, y el poder del arrepentimiento.

 

ŔD—nde est‡, oh muerte, tu aguij—n? ŔD—nde, oh sepulcro, tu victoria?

ya que el aguij—n de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley.

Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Se–or Jesucristo.

 

Hebreos 2:14-15 As’ que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, Žl tambiŽn particip— de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que ten’a el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.

 

Ven a Cristo ahora, dejando el emperio de la muerte atr‡s para siempre.           ÁAmen!