5 de febrero de 17
ŔAcaso Fue Mi
Culpa?
Isa’as 5:1-7
Introducci—n
Las canciones del amor, siempre han sido populares. Aun durante el tiempo de Isa’as. El titulo del mensaje de hoy es ŔAcaso
Fue Mi Culpa?
Es un titulo normal aun para las canciones de hoy. ŔAcaso Fue Mi
Culpa?
Es que los profetas, ten’an que emplear cierta creatividad porque normalmente
el pueblo no estaba escuchando, o estaba medio dormido, cuando vino la palabra
de Dios.
Es como que cuando Nat‡n fue a David, para exponer su culpabilidad, lo
hizo con una historia, una par‡bola sobra una corderita quitada de un pobre, y
por esa historia, David termin—, juzgando a si mismo.
Algo semejante est‡ pasando aqu’. Es que normalmente no te puedes hacer mucho progreso con el
pecador, hasta que el culpable puede condenar a si mismo.
1) Ahora cantarŽ por mi amado el
cantar de mi amado a su vi–a. Ten’a mi amado una vi–a en una ladera fŽrtil.
Isa’as empieza su canci—n como que estaba revelando los amores de su amigo
amado. En aquellos tiempos muchas
canciones del amor, ten’an una vi–a como su tema.
Podemos ver aqu’, que esa vi–a estaba en un muy buen lugar. Estaba en una ladera fŽrtil, o sea la
tierra estaba de la mejor calidad.
Por esto el due–o tenia altas expectativas.
2) La hab’a cercado y despedregado y
plantado de vides escogidas; hab’a edificado en medio de ella una torre, y hecho
tambiŽn en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres.
El due–o no solamente confiaba en la tierra buena, sino que tambiŽn
empleaba sus siervos para quitar todas las piedras.
Y no compr— plantas baratas sino las mas buenas.
Hasta se construy— una torre para vigilar todo protegiendo su inversi—n
de ladrones o de animales destructivos.
Se hizo todo.
Hasta se constru’a un lagar que normalmente era de piedra, era usada
para exprimir las uvas en el tiempo de la cosecha.
Es que ese due–o hizo todo bien, y por lo tanto sus expectativas eran
altas. Pero en vez de producir
uvas buenas, por alguna raz—n se produc’a uvas silvestres.
3) Ahora, pues, vecinos de JerusalŽn y
varones de Jud‡, juzgad ahora entre m’ y mi vi–a.
Los oyentes estaban invitados a juzgar, como David juzgaba el caso del
cordero. ŔQuien estaba responsable
para este desastre? Es como que el
due–o estaba pidiendo, ŇŔQue hice mal? ŔAcaso todo esto fue mi culpa?Ó
4) ŔQuŽ m‡s se pod’a hacer a mi vi–a,
que yo no haya hecho en ella? ŔC—mo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas
silvestres?
Ahora es muy claro, el due–o estaba preguntando, en otras palabras, ŔAcaso
fue mi culpa?
Bueno, ni va esperar una respuesta, porque todo esto era muy
obvio. Por supuesto no era la
culpa del due–o, porque ese hombre hizo todo correcto.
Y juzgando el caso, el pueblo estaba juzgando a si mismo, como en el
caso de David y Nat‡n.
5) Os mostrarŽ, pues, ahora lo que
harŽ yo a mi vi–a: Le quitarŽ su vallado, y ser‡ consumida; aportillarŽ su
cerca, y ser‡ hollada.
Es que el due–o gast— mucho en la protecci—n de esa vi–a inśtil, pero
ahora esto no tenia sentido, con toda la protecci—n del mundo, esa vi–a seria
un fracaso.
6) HarŽ que quede desierta; no ser‡
podada ni cavada, y crecer‡n el cardo y los espinos; y aun a las nubes mandarŽ
que no derramen lluvia sobre ella.
Una vi–a normalmente exige mucho mantenimiento. Pero si no va a producir, es mejor no
invertir nada mas. Es mejor
invertir sus recursos en otro proyecto.
Todas estas conclusiones eran muy razonables.
Y si acaso, hab’an personas escuchando al profeta que no sab’an aun de
lo que estaba hablando, lo dej— todo muy claro.
7) Ciertamente la vi–a de Jehov‡ de
los ejŽrcitos es la casa de Israel, y los hombres de Jud‡ planta deliciosa
suya. Esperaba juicio, y he aqu’ vileza; justicia, y he aqu’ clamor.
Como Nat‡n anunciando finalmente a David, ŇTś eres aquel hombreÓ,
aqu’, Isa’as dijo al pueblo, Ňustedes son esa vi–a catastr—ficaÓ.
Y por supuesto, ellos iban a perder todas sus protecciones y
bendiciones, en el proceso del juicio.
-------------------------- Doctrina
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1) Nuestro Dios usaba al profeta para exculpar a si mismo de manera
muy completa. Todo el mundo
escuchando esa canci—n, llagar’an a la conclusi—n de que Dios no tenia la culpa
de ese fracaso. Dios hizo todo
bien.
Dios plant— ese pueblo con gente que descend’a de Abraham, de Isaac,
de Jacob. Eran vides escogidas.
El local era tierra en que fluye leche y miel. La mejor de la mejor. Dios mismo ayud— con poder, quitando
los pueblos que estaban antes ocupando all’, y se dejaron atr‡s, casas, y toda
forma de propiedad buena.
Deuteronomio 6:10-12 Cuando
Jehov‡ tu Dios te haya
introducido en la tierra que jur— a tus padres Abraham, Isaac y Jacob
que te dar’a, en ciudades grandes y buenas que tś no edificaste, y casas llenas
de todo bien, que tś no llenaste, y cisternas cavadas que tś no cavaste, vi–as
y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies, cu’date de no
olvidarte de Jehov‡, que te sac— de la tierra de Egipto, de casa de
servidumbre.
ŇCu’date de no olvidarte de Jehov‡Ó pero esto es exactamente lo que
ellos hicieron.
La canci—n expon’a la gran falta de gratitud en el pueblo.
2) Hasta en nuestros tiempos, hay gente que desean echar la culpa a
Dios cuando sus vidas se vuelvan miserables. Pero esa canci—n nos ense–a que Dios no tiene la culpa.
No se puede echar la culpa a Dios por los estupideces de su creaturas
ca’das. Violando la Santa Ley de
Dios, ignorando su consejo, viviendo en la sabidur’a humana, en vez de vivir
por la palabra sagrada, la miseria est‡ casi garantizada.
El viernes pasado, el tercero de Febrero, algo muy extra–o pas— en
Espa–a.
En Madrid, un hombre Chileno, estaba en el hospital, su compa–era
acaba de dar luz y los dos estaban gritando en una gran contienda. De repente, y se puede leer de esto en
cualquiera noticia internacional, de repente el hombre agarr— el bebŽ, su hija,
y se salt— de la ventana con ella, a una altura de cuatro pisos, tanto el, como
el BebŽ se murieron. Antes de
saltar, todos escucharon las ultimas palabras de ese hombre a la madre de la
ni–a: ŇMe las vas a pagar con lo que m‡s te dueleÓ. pausa
ŔCual es el punto? Es que
abandonando a Dios, viviendo en la carne, estas tragedias son mas y mas
comunes. Y no se puede echar la
culpa a Dios. En estos tiempos, de
Internet, de Biblias gratis, cualquier persona puede conocer la palabra, el
evangelio, la Santa Ley de Dios, pero si insistan en vivir sus vidas a su
manera, se pueden esperar mas y mas horrores como este.
3) Dios tiene todo el derecho del mundo, esperar fruto, o sea una
ganancia por las inversiones que Žl est‡ haciendo en su iglesia.
Ese tema est‡ repetido constantemente en toda la Biblia. Y en preparaci—n por la Santa Cena,
vamos a considerar unas citas.
Hebreos 6:7-9 Porque la
tierra que bebe la lluvia que
muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos
por los cuales es labrada, recibe bendici—n de Dios; pero la que produce
espinos y abrojos es reprobada, est‡ pr—xima a ser maldecida, y su fin es el
ser quemada.
Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas
mejores, y que pertenecen a la salvaci—n, aunque hablamos as’.
Es evidente que el autor no estaba realmente hablando de tierras sino
de personas. Y el texto menciona
la maldici—n. Y no solamente aqu’.
Marcos 11:12-14 Al d’a siguiente,
cuando salieron de
Betania, tuvo hambre. Y viendo de
lejos una higuera que ten’a hojas, fue
a ver si tal vez hallaba en ella algo;
pero cuando lleg— a ella, nada hall—
sino hojas, pues no era tiempo de
higos. Entonces Jesśs dijo a la
higuera: Nunca jam‡s coma nadie fruto
de ti. Y lo oyeron sus disc’pulos.
En todas partes de la Biblia, se puede ver que es correcto que la
maldici—n caiga, por la falta de fruto.
No es como que Cristo tenia un odio por los ‡rboles, sino que maldec’a
este ‡rbol, para ense–ar a nosotros.
Juan 15:2-6 Todo
p‡mpano que en m’ no lleva fruto, lo
quitar‡; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiar‡, para que lleve m‡s
fruto.
Ya vosotros est‡is limpios por la palabra que os he hablado.
Permaneced en m’, y yo en vosotros. Como el p‡mpano no puede llevar
fruto por s’ mismo, si no permanece en la vid, as’ tampoco vosotros, si no
permanecŽis en m’.
Yo soy la vid, vosotros los p‡mpanos; el que permanece en m’, y yo en
Žl, Žste lleva mucho fruto; porque separados de m’ nada podŽis hacer.
El que en m’ no permanece, ser‡ echado fuera como p‡mpano, y se
secar‡; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.
No pudo ser mas claro. Es
el mismo con la par‡bola de las minas, o la par‡bola de los talentos. Es siempre el mismo, Dios est‡
invirtiendo mucho en su pueblo, y espera ver alguna ganancia en tŽrminos de su
reino, aqu’ en la tierra.
ŔHermano, hermana, joven, como est‡ contigo, en esta ma–ana,
preparando te para la Santa Cena? ŔEst‡s
produciendo para tu Dios, o estas mayormente viviendo solamente para ti mismo?
Mateo 25:14-27 Porque el reino de
los cielos es como un
hombre que yŽndose lejos, llam— a sus siervos y les entreg— sus
bienes.
A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno
conforme a su capacidad; y luego se fue lejos.
Y el que hab’a recibido cinco talentos fue y negoci— con ellos, y gan—
otros cinco talentos. Asimismo el
que hab’a recibido dos, gan— tambiŽn otros dos.
Pero el que hab’a recibido uno fue y cav— en la tierra, y escondi— el
dinero de su se–or.
DespuŽs de mucho tiempo vino el se–or de aquellos siervos, y arregl—
cuentas con ellos.
Y llegando el que hab’a recibido cinco talentos, trajo otros cinco
talentos, diciendo: Se–or, cinco talentos me entregaste; aqu’ tienes, he ganado
otros cinco talentos sobre ellos.
Y su se–or le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido
fiel, sobre mucho te pondrŽ; entra en el gozo de tu se–or.
Llegando tambiŽn el que hab’a recibido dos talentos, dijo: Se–or, dos
talentos me entregaste; aqu’ tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos.
Su se–or le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel,
sobre mucho te pondrŽ; entra en el gozo de tu se–or.
Pero llegando tambiŽn el que hab’a recibido un talento, dijo: Se–or,
te conoc’a que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde
no esparciste;
por lo cual tuve miedo, y fui y escond’ tu talento en la tierra; aqu’
tienes lo que es tuyo.
ŔHermano, hermana, estas viviendo as’, con los talentos que Dios te ha
dado?
Respondiendo su se–or, le dijo: Siervo malo y negligente, sab’as que
siego donde no sembrŽ, y que recojo donde no esparc’.
Por tanto, deb’as haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo,
hubiera recibido lo que es m’o con los intereses.
Hermanos, no estamos aqu’ en esta vida, solamente para perder tiempo,
tampoco estamos aqu’ solamente para nuestros planes y actividades. Dios ha invertido en nosotros, y espere
ver algo como resultado.
En la canci—n de la vi–a, el profeta no solamente hablaba de una falta
de fruto, sino de fruto malo.
Isa’as 5:4 ŔQuŽ m‡s se pod’a
hacer a mi vi–a, que yo no
haya hecho en ella? ŔC—mo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas
silvestres?
A veces hay hermanos que creen que aunque no est‡n realmente activos
en el avance del reino, por lo menos no est‡n produciendo la uvas silvestres.
Pero cuidado, no hay neutralidad en esto. Una falta de fruto, tarde o temprano resultar‡ en el fruto
malo.
Mateo 12:30 El
que no es conmigo, contra m’ es;
y el que conmigo no recoge,
desparrama.
Y cuando viene las consecuencia, recuerde, Dios no tiene la culpa.
-------------------------- Conclusi—n
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Todos los jud’os conocieron esa canci—n de la vi–a, y como Isa’as
expon’a su falta de gratitud por todo lo que Dios ha hecho para ellos.
Pero aun as’, se pusieron torpes, viviendo no para el reino de Dios,
sino por sus propios objetivos, por sus propios ’dolos que, en el tiempo de
Cristo, eran mas sutiles.
Y para comunicar con ellos, Cristo tom— esa canci—n antigua, y la
cambiaba un poco, haciendo lo mas relevante a sus tiempos.
Mateo 21:33-43 O’d otra par‡bola:
Hubo un hombre, padre de
familia, el cual plant— una vi–a, la cerc— de vallado, cav— en ella un
lagar, edific— una torre, y la arrend— a unos labradores, y se fue lejos.
Y cuando se acerc— el tiempo de los frutos, envi— sus siervos a los
labradores, para que recibiesen sus frutos.
Mas los labradores, tomando a los siervos, a uno golpearon, a otro
mataron, y a otro apedrearon.
Envi— de nuevo otros siervos, m‡s que los primeros; e hicieron con
ellos de la misma manera.
Finalmente les envi— su hijo, diciendo: Tendr‡n respeto a mi hijo.
Mas los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre s’: Este es
el heredero; venid, matŽmosle, y apoderŽmonos de su heredad.
Y tom‡ndole, le echaron fuera de la vi–a, y le mataron.
Esto est‡ hablando de la crucifixi—n de Cristo, que estaremos
celebrando en unos momentos, en la Santa Cena.
Cristo fue matado, fuera de la cuidad.
Cuando venga, pues, el
se–or de la vi–a, ŔquŽ har‡ a aquellos labradores?
Le dijeron: A los malos destruir‡ sin misericordia, y arrendar‡ su
vi–a a otros labradores, que le paguen el fruto a su tiempo.
Aqu’ tambiŽn, el pueblo estaba invitado, o sea atrapado, a juzgar a si
mismo. Y es posible, hermano, que
tu tambiŽn, debes de juzgar te a ti mismo, antes de tomar la Santa Cena.
42 Jesśs les dijo: ŔNunca le’steis en las Escrituras:
La piedra que desecharon los edificadores, Ha venido a ser cabeza del
‡ngulo. El Se–or ha hecho esto,
Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?
Por tanto os digo, que el reino de Dios ser‡ quitado de vosotros, y
ser‡ dado a gente que produzca los frutos de Žl.
Estar parte del reino de Dios es un gran privilegio. Administrar en el reino es un
privilegio aun mas grande.
Pero todos nosotros tendremos que rendir cuentas. ŔEn que hemos empleado nuestros
talentos, nuestros recursos, nuestro tiempo?
Ahora es el momento, de examinar a ti mismo. Si tu est‡s viviendo en pecado abierto, y no est‡s dispuesto
a recapacitar, es mejor que ni te participes, en la Santa Cena.
1 Corintios 11:27-32 De manera
que cualquiera que
comiere este pan o bebiere esta copa del Se–or indignamente, ser‡
culpado del cuerpo y de la sangre del Se–or.
Por tanto, pruŽbese cada uno a s’ mismo, y coma as’ del pan, y beba de
la copa.
Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del
Se–or, juicio come y bebe para s’.
Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos
duermen.
Puede ser peligroso.
Si, pues, nos examin‡semos a nosotros mismos, no ser’amos juzgados; mas
siendo juzgados, somos castigados por el Se–or, para que no seamos condenados
con el mundo.
Si has mirado a entretenimientos sucios, śltimamente, ahora es el
momento de pedir perd—n a tu Se–or.
Si hay j—venes que han faltado respeto a sus padres, o a sus abuelos,
ahora es el momento de confesar lo.
Si has peleado con tu pareja, con gran irritaci—n, ahora es el momento
de reconciliarte con tu Dios, y regresar a una vida de amor, y no de contienda.
1 Corintios 13:4-7 El
amor es sufrido, es benigno; el amor
no tiene envidia, el amor no es
jactancioso, no se envanece; no hace
nada indebido, no busca lo suyo, no se
irrita, no guarda rencor; no se goza
de
la injusticia, mas se goza de la
verdad.
Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo
espera, todo lo soporta.
Vamos a celebrar, en reverencia, al que mostraba su amor intenso para
nosotros.
Vamos a orar!