3
de febrero de 17
La
Petici—n Poderosa
Salmos
141:1-10
Todos los Cristianos conocen algo del poder de la
oraci—n. Casi todos nosotros
creemos que pudiŽramos orar mas, o mas intensamente.
Pero en el mensaje de hoy, tenemos un ejemplo de David
orando en desesperaci—n. Parece
que es una oraci—n urgente y sumamente importante.
Y de este ejemplo, podemos aprender algo, de c—mo
formar una petici—n, que ser‡
sumamente poderosa.
1)
Jehov‡, a ti he clamado; apresśrate a m’; Escucha mi voz
cuando te invocare.
La petici—n es urgente, es ferviente. La persona orando no est‡ medio
dormido, sino que realmente est‡ apasionada en sus deseos.
Se creen que David compuso este salmo cuando Saśl
estaba persiguiendo lo, deseando matar lo. Y por esto David sent’a un gran peligro.
Pero podemos aprender aqu’, que una petici—n poderosa es una petici—n ferviente.
2)
Suba mi oraci—n delante de ti como el incienso, el don de
mis manos como la ofrenda de la
tarde.
Su oraci—n era tan real, que era como el incienso
que era visible por su humo subiendo arriba. Y por supuesto el incienso solamente puede funcionar
aplicando el fuego, y la oraci—n tiene que estar calentada con el fuego del
Esp’ritu Santo.
En muchas partes de la Biblia, la oraci—n est‡ presentada
como el incienso.
Apocalipsis 5:8 Y
cuando hubo tomado el libro, los cuatro
seres vivientes y los
veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos ten’an arpas, y
copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos.
El incienso es algo agradable, pero viene de una
sustancia molinada y hasta martillada.
Y as’ nuestros corazones delante de la presencia del Se–or.
3)
Pon guarda a mi boca, oh Jehov‡; guarda la puerta de mis
labios.
Aqu’, David sabia que si uno no tiene el deseo de caminar
en la santidad, entonces es posible que su oraci—n no sea tan poderosa con Dios.
Santiago 5:16 Confesaos
vuestras ofensas unos a otros, y
orad unos por otros,
para que se‡is sanados. La oraci—n eficaz del justo puede mucho.
El justo tiene mas confianza en sus oraciones, sabe
que no est‡ viviendo en una resistencia abierta a los preceptos de Dios.
El libro de Isa’as est‡ llena de doctrinas valiosasÉ
Isa’as 59:1-2 He
aqu’ que no se ha acortado la mano de
Jehov‡ para salvar, ni
se ha agravado su o’do para o’r; pero vuestras iniquidades han hecho divisi—n
entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros
su rostro para no o’r.
3)
Pon guarda a mi boca, oh Jehov‡; guarda la puerta de mis
labios.
David sabia que era muy f‡cil caer en pecados de la
boca. Moses era el hombre mas
humilde de la tierra, pero por pecados de la boca, no pudo entrar en la tierra
prometida.
Job era el mas justo de la tierra, en su tiempo,
pero bajo las aficiones intensas maldec’a el d’a de su nacimiento.
Job 3:3-4 Perezca
el d’a en que yo nac’,
Y la noche en que se
dijo: Var—n es concebido.
Sea aquel d’a sombr’o,
Y no cuide de Žl Dios
desde arriba,
Ni claridad sobre Žl
resplandezca.
Jerem’as era un profeta magnifico, pero tambiŽn,
bajo la presi—n, maldec’a el d’a de su nacimiento.
Jerem’as 20:14-15 Maldito
el d’a en que nac’; el d’a en que
mi madre me dio a luz no
sea bendito. Maldito el hombre que dio nuevas a mi
padre, diciendo: Hijo var—n te ha nacido, haciŽndole alegrarse as’ mucho.
David sabia que sufriendo, era f‡cil caer en esa
trampa de la carne.
Y todos conocen como Pedro dijo con la boca que
nunca, jam‡s iba a negar a su Se–or, pero en poco tiempo el gallo estaba
cantando.
Mateo 26:69-74 Pedro
estaba sentado fuera en el patio; y se
le acerc— una criada,
diciendo: Tś tambiŽn estabas con Jesśs el Galileo. Mas Žl neg— delante de todos, diciendo: No sŽ lo que dices.
Saliendo Žl a la puerta,
le vio otra, y dijo a los que estaban all’: TambiŽn Žste estaba con Jesśs el
Nazareno.
Pero Žl neg— otra vez
con juramento: No conozco al hombre.
Un poco despuŽs,
acerc‡ndose los que por all’ estaban, dijeron a Pedro: Verdaderamente tambiŽn
tś eres de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre.
Entonces Žl comenz— a
maldecir, y a jurar: No conozco al hombre. Y en seguida cant— el gallo.
Es bueno para los hombres reconocer que estamos
dŽbiles en estas ‡reas de la boca, y confesar lo en oraci—n, pidiendo ayuda.
4)
No dejes que se incline mi coraz—n a cosa mala, a hacer
obras imp’as con los que hacen
iniquidad; y no coma yo de
sus deleites.
Cristo nos animaba a estar humildes y orar en el
Padre Nuestro..
Mateo 6:13 Y no
nos metas en tentaci—n,
mas
l’branos del mal.
La humildad est‡ presente cuando podemos admitir que
somos dŽbiles, y necesitamos la ayuda de Dios.
Y con esa actitud, nuestras peticiones ser‡n poderosas.
4)
No dejes que se incline mi coraz—n a cosa mala, a hacer
obras imp’as con los que hacen
iniquidad; y no coma yo de
sus deleites.
David estaba dispuesto a vivir con un poco de
separaci—n de los mundanos. No
solamente querr’a vivir lejos de sus maldades, sino de sus deleites tambiŽn.
Y los deleites de los malvados puede ser sus vicios
como la marihuana, u otras drogas, la pornograf’a, los entretenimientos sucios.
David estaba dispuesto de vivir lejos de todos
estos, para quedar se fuerte en la oraci—n. pausa
Existe una ley curiosa en el libro de Deuteronomio.
Deuteronomio 23:12-14 Tendr‡s un lugar fuera del
campamento
adonde salgas; tendr‡s
tambiŽn entre tus armas
una estaca; y cuando estuvieres all’ fuera, cavar‡s con ella, y luego al
volverte cubrir‡s tu excremento; porque Jehov‡ tu Dios anda en medio de tu campamento, para
librarte y para entregar a tus enemigos delante de ti; por tanto, tu campamento
ha de ser santo, para que Žl no vea en ti cosa inmunda, y se vuelva de en pos
de ti.
El ejemplo est‡ un poco grafico, pero podemos
aplicar lo metaf—ricamente, a cualquier cosa que tu permites entrar en tu casa o
en tu vida, incluyendo por Internet, por la televisi—n, o hasta por tu
telŽfono.
5)
Que el justo me castigue, ser‡ un favor, y que me reprenda
ser‡ un excelente b‡lsamo que no me herir‡ la cabeza;
Pero mi oraci—n ser‡
continuamente contra las maldades de
aquŽllos.
Muchos de los enemigos de David hablaron mal de
Žl.
Ahora bien, aunque podemos a veces recibir una buena
correcci—n de un enemigo, es mejor estar reprendido por un justo.
Y David confesaba que estaba dispuesto a recibir
esas reprensiones con calma.
Esto es un gran problema en este pa’s. Estamos tan llenos de ego’smo que
muchas veces no podemos ni recibir la correcci—n necesaria. Para unos hermanos, un poco de
correcci—n por parte del liderazgo de la iglesia y se van corriendo
instant‡neamente a otra congregaci—n.
Y si Dios no puede hablar con nosotros, hablando por
medio de amigos Cristianos, por medio de nuestra pareja, por medio de nuestros
lideres espirituales, entonces ŔC—mo podemos esperar estar poderosos en la
oraci—n?
5)
Que el justo me castigue, ser‡ un favor, y que me reprenda
ser‡ un excelente b‡lsamo que no
me herir‡ la cabeza;
Pero mi oraci—n ser‡
continuamente contra las maldades de
aquŽllos.
David no solamente oraba as’, sino que se viv’a as’,
y hay muchos ejemplos.
Una vez cuando Abigail vino avisando a David que
estaba en gran error llegando al ataque en contra de su esposo, lejos de estar
enojado, David estaba agradecido.
1 Samuel 25:30-32 Y
acontecer‡ que cuando Jehov‡ haga con
mi se–or conforme a todo
el bien que ha hablado de ti, y te establezca por pr’ncipe sobre Israel, entonces,
se–or m’o, no tendr‡s motivo de pena ni remordimientos por haber derramado
sangre sin causa, o por haberte vengado por ti mismo. Gu‡rdese, pues, mi se–or,
y cuando Jehov‡ haga bien a mi se–or, acuŽrdate de tu sierva.
Y dijo David a Abigail:
Bendito sea Jehov‡ Dios de Israel, que te envi— para que hoy me encontrases.
Y aqu’ tambiŽn podemos aprender que hay una manera
de reprender, con humildad y con cordura.
Pausa Pero David estaba tan impresionado con esa mujer y su
manera de reprender, que se termin— casando se con ella, cuando el esposo de
ella se muri—.
Todos los hombres saben que a veces tenemos que
estar reprendidos por nuestras esposas.
Pero ojala ellas pueden aprender algo de Abigail, haciendo lo con un
poco de dulzura.
5)
Que el justo me castigue, ser‡ un favor, y que me reprenda
ser‡ un excelente b‡lsamo que no
me herir‡ la cabeza;
Pero mi oraci—n ser‡
continuamente contra las maldades de
aquŽllos.
Y Abigail no era la śnica. Cuando David estaba en su pecado no confesando su pecado en
contra de Urias, en el caso de BetsabŽ, Nat‡n tenia que hablar muy fuerte con
Žl, y David lo tom— bien, porque tenia esa actitud de humildad.
2 Samuel 12:7-13 Entonces
Nat‡n le dijo: ÁTś eres ese
hombre! Y esto es lo que
ha declarado el Se–or, el Dios de Israel: ŇYo te escog’ como rey de Israel, y
te librŽ del poder de Saśl; te di
el palacio y las mujeres de tu se–or, y aun el reino de Israel y Jud‡. Por si
esto fuera poco, te habr’a a–adido muchas cosas m‡s.
ŔPor quŽ despreciaste mi
palabra, e hiciste lo que no me agrada? Has asesinado a Ur’as el hitita, usando
a los amonitas para matarlo, y te has apoderado de su mujer. Puesto que me has
menospreciado al apoderarte de la esposa de Ur’as el hitita para hacerla tu
mujer, jam‡s se apartar‡ de tu casa la violencia. Yo, el Se–or, declaro: Voy a hacer que el mal contra ti
surja de tu propia familia, y en tu propia cara tomarŽ a tus mujeres y se las
entregarŽ a uno de tu familia, el cual se acostar‡ con ellas a plena luz del
sol. Si tś has actuado en secreto, yo voy a actuar en presencia de todo Israel
y a plena luz del sol.Ó
David admiti— ante
Nat‡n: He pecado contra el Se–or.
David no respondi— en una rabia como muchos en
nuestros tiempos, sino que se confes— su pecado, y se reconcili— con su
Dios. Por esto era tan fuerte en
la oraci—n.
6)
Ser‡n despe–ados sus jueces, y oir‡n mis palabras, que son
verdaderas.
Esto es un poco cr’ptico pero mucho aplican esto a
Saśl reconociendo que David tenia raz—n proclamando su propia justicia.
1 Samuel 24:16 Y
aconteci— que cuando David acab— de decir
estas palabras a Saśl,
Saśl dijo: ŔNo es esta la voz tuya, hijo m’o David? Y alz— Saśl su voz y llor—,
1 Samuel 26:21 Entonces dijo Saśl: He pecado;
vuŽlvete, hijo
m’o David, que ningśn
mal te harŽ m‡s, porque mi vida ha sido estimada preciosa hoy a tus ojos. He
aqu’ yo he hecho neciamente, y he errado en gran manera.
Tan poderosas
eran la peticiones de David, que
Dios respond’a casi al pie de la letra.
Saśl no estaba f’sicamente despe–ado, pero se sent’a que su odio en
contra de David era totalmente absurdo.
7)
Como quien hiende y rompe la tierra, son esparcidos
nuestros huesos a la boca del Seol.
Aqu’ David, como hijo de Dios, expres— honestamente
como sent’a su peligro de muerte, delante de Saśl. En toda justicia, y misericordia, Dios tenia que responder.
8)
Por tanto, a ti, oh Jehov‡, Se–or, miran mis ojos; en ti
he confiado; no desampares mi alma.
David no estaba confiando en otras cosas, u otras
personas, sino que sus ojos estaban fijados solamente en Dios para la ayuda
desesperada.
2 Cr—nicas 16:12 En
el a–o treinta y nueve de su reinado,
Asa enferm— gravemente
de los pies, y en su enfermedad no busc— a Jehov‡, sino a los mŽdicos.
Bueno, esto no es una ense–anza en contra de los
mŽdicos, como algunos extremistas lo toman. Los mŽdicos son un regalo de la providencia de Dios, y Dios
puede sanar te por medio de los mŽdicos.
El problema con Asa, es que solamente buscaba los
mŽdicos, sin pensar en la bendici—n de Dios, por medio de ellos.
8)
Por tanto, a ti, oh Jehov‡, Se–or, miran mis ojos; en ti
he confiado; no desampares mi
alma.
Esto es otra llave importante para la petici—n poderosa. Si llevamos el asunto a Dios, no vamos
a buscar ayudas prohibidas como con los hechiceros, o con los brujos.
No vamos a poner mucha confianza en nuestro gobierno
o en otros gobiernos. Ya hemos
visto en los profetas como Israel sufr’a por esto.
Jerem’as 17:5 As’
ha dicho Jehov‡: Maldito el var—n que
conf’a en el hombre, y
pone carne por su brazo, y su coraz—n se aparta de Jehov‡.
ŔPor quŽ dijo esto? Es que en vez de vivir en la obediencia, y en la humildad
con su Dios, los rebeldes buscaban ayuda por medio de Egipto, o por medio de
Asiria.
Si vamos a orar a nuestro Dios, vamos a poner
nuestra confianza en Dios, y no en fuentes de ayuda falsa.
9-10) Gu‡rdame de los lazos que me han
tendido, y de las
trampas
de los que hacen iniquidad. Caigan
los
imp’os
a una en sus redes, mientras yo pasarŽ
adelante.
Finalmente, para orar con poder, David no deseaba
tomar su propia venganza. Aunque
tenia varias oportunidades de tomar la vida de Saśl, no quiso hacer lo, sino
que le dejo la venganza en las manos de Dios.
1 Samuel 26:7-11 David,
pues, y Abisai fueron de noche al
ejŽrcito; y he aqu’ que
Saśl estaba tendido durmiendo en el campamento, y su lanza clavada en tierra a
su cabecera; y Abner y el ejŽrcito estaban tendidos alrededor de Žl.
Entonces dijo Abisai a David: Hoy ha
entregado Dios a tu enemigo en tu mano; ahora, pues, dŽjame que le hiera con la
lanza, y lo enclavarŽ en la tierra de un golpe, y no le darŽ segundo golpe.
Y David respondi— a
Abisai: No le mates; porque ŔquiŽn extender‡ su mano contra el ungido de
Jehov‡, y ser‡ inocente?
Dijo adem‡s David: Vive
Jehov‡, que si Jehov‡ no lo hiriere, o su d’a llegue para que muera, o
descendiendo en batalla perezca, gu‡rdeme Jehov‡ de extender mi mano contra el
ungido de Jehov‡.
Pero toma ahora la lanza
que est‡ a su cabecera, y la vasija de agua, y v‡monos.
Orar para la justicia, no es pecado, pero tenemos
que dejar la venganza en las manos de Dios, y en las manos de sus magistrados,
oficialmente establecidos.
=========================== Conclusi—n ======================
La oraci—n poderosa no est‡ tan misteriosa. Tiene que ser ferviente, tiene que
salir de un coraz—n dedicado a la Santidad, aunque jam‡s viviremos
perfectamente en ella.
Tiene que salir de un coraz—n que puede recibir la
correcci—n cuando sea necear’a, sea de un hermano, de tu esposa, o del
liderazgo de la iglesia.
Y finalmente, la petici—n poderosa, vendr‡ de uno
que tiene sus ojos fijados en Dios, y no en las muchas ayudas falsas que el
mundo quiere otorgar.
Si tu deseo es aprender la oraci—n eficaz y
poderosa, puedes pasar en un momento, y querremos orar para ti.
Vamos
a Orar