6
de enero de 17
La
Alabanza Imposible
Salmos
137:1-9
Salmos
137:1-9
Ya sirviendo al Se–or aqu’ en este edificio, por
a–os, hay muchos vecinos que nos han o’do alabando a Dios semana tras semana,
en viernes, en domingos, en los ensayos.
Los que no son tambiŽn Cristianos tal vez van a
pensar que es algo raro, que los hermanos siempre est‡n cantando, siempre
alabando.
Aun en el gran servicio memorial para Mar’a Marta,
estuvimos cantando, alabando al Se–or por la vida de ella.
Los vecinos han visto j—venes llegando entre semana,
con sus instrumentos, sacrificando su tiempo para servir en el coro.
Seguramente nosotros tenemos la reputaci—n aqu’ de
gente que disfrutan su mśsica. pausa
Y en un sentido era as’ en el pueblo antiguo de
Israel. Todos sus vecinos sab’an
que les encantaban cantar y alabar.
Todo el mundo conoc’a su reputaci—n de mśsicos capaces.
Hasta lleg— el d’a en que la alabanza era imposible.
1)
Junto a los r’os de Babilonia, All’ nos sent‡bamos, y aun llor‡bamos,
Acord‡ndonos de Sion.
Casi todos estaban arrastrados a Babilonia, como
hemos visto en los libros de Jerem’as y de Daniel. Y para los jud’os que aun honraban a Dios era terrible vivir
en el centro de Babilonia, con tanta idolatr’a en todos lados.
Y tambiŽn porque en aquella sociedad ellos eran
considerados como el pueblo derrotado, de un dios derrotado.
Por esto se trataban de pasar su tiempo al lado de
los r’os, donde hab’a paz y tranquilad.
1)
Junto a los r’os de Babilonia, All’ nos sent‡bamos, y aun llor‡bamos,
Acord‡ndonos de Sion.
Lloraron, porque estaban recordando a Sion, donde
ellos disfrutaban la presencia de su Dios, siempre aprendiendo como alabar con animo,
y con mas capacidad.
Seguramente en su templo ellos ten’an sus muchos
ensayos, como nosotros aqu’.
Pero en Babilonia estaban tristes, viviendo como
esclavos, sin templo alguno en donde se pudiera alabar. Para ellos la alabanza de antes era imposible.
1)
Junto a los r’os de Babilonia, All’ nos sent‡bamos, y aun llor‡bamos, Acord‡ndonos
de Sion.
Los jud’os se fueron a los r’os siempre y cuando era
posible. Hasta Daniel, si te
puedes recordar, recibi— una de sus visiones al lado de un r’o.
Daniel 8:2 Vi
en visi—n; y cuando la vi, yo estaba en
Susa, que es la capital
del reino en la provincia de Elam; vi, pues, en visi—n, estando junto al r’o
UlaiÉ
Y despuŽs vino toda la revelaci—n.
A veces en este pa’s, en la playa o en un parque, o
al lado de un lago, se ve j—venes, o familias, en que uno lleva su guitarra,
para tal vez cantar algo.
A veces se llevan una guitarra aun si no la tocan
despuŽs de todo. No es como la
flauta que yo puedo escoger en mi camisa, de tal manera que nadie ni sabe que
tengo un instrumento, si no lo saco.
2)
Sobre los sauces en medio de ella Colgamos nuestras arpas.
Como en nuestra cultura la gente a veces se llevan
una guitarra, los jud’os, hasta j—venes, pudieron llevar su arpa.
Se llevaban la arpa para si acaso hab’a oportunidad
de tocar algo. Pero esto no quiere
decir que siempre estaban cantando.
De hecho dice en nuestro texto que no las tocaban,
sino que estaban colgadas en los ‡rboles, esto es lo que quiere decir con la
expresi—n Ňlos saucesÓ un ‡rbol especial que ten’an en Babilonia al lado del
r’o.
2)
Sobre los sauces en medio de ella Colgamos nuestras arpas.
Aunque ten’an sus harpas al lado, realmente no
llegaron al humor de actualmente tocar algo. Y peor, vino los que eran sus due–os, tal vez j—venes de
entre los Babilonios, para atormentar los mas.
3)
Y los que nos hab’an llevado cautivos nos ped’an que
cant‡semos,
Y los que nos hab’an desolado nos ped’an alegr’a, diciendo: Cantadnos algunos
de los c‡nticos de Sion.
Pasando a ellos, descansando, y viendo las harpas en
el ‡rbol, y sabiendo que los jud’os como nuestros j—venes eran bien
desarrollados en su capacidad de tocar la mus’a, ped’an una canci—n santa, un
salmo para su entretenimiento. pausa
Esto, actualmente era una gran blasfemia. Aunque era la voluntad de Dios castigar
a su pueblo con un cautiverio de sesenta a–os en Babilonia, esto no querr’a
decir que los Babilonios eran mejores que ellos.
Esto es como el rey Herodes que querr’a ver un
milagro de Jesśs, cuando Cristo era prisionero, no para alabar, para Herodes la alabanza era imposible, sino para burlar de Žl.
Lucas 23:6-12 Entonces
Pilato, oyendo decir, Galilea,
pregunt— si el hombre
era galileo. Y al saber que era de
la jurisdicci—n de Herodes, le remiti— a Herodes, que en aquellos d’as tambiŽn
estaba en JerusalŽn.
Herodes, viendo a Jesśs,
se alegr— mucho, porque hac’a tiempo que deseaba verle; porque hab’a o’do
muchas cosas acerca de Žl, y esperaba verle hacer alguna se–al.
Y le hac’a muchas preguntas,
pero Žl nada le respondi—. Y
estaban los principales sacerdotes y los escribas acus‡ndole con gran
vehemencia.
Entonces Herodes con sus
soldados le menospreci— y escarneci—, vistiŽndole de una ropa esplŽndida; y
volvi— a enviarle a Pilato.
Y se hicieron amigos
Pilato y Herodes aquel d’a; porque antes estaban enemistados entre s’.
Nuestro Se–or estaba en una posici—n muy baja, como
los j—venes de este salmo estaban en una posici—n muy baja.
Y Herodes pensaba, ŇÁQue bueno que por fin he
encontrado este pobre diablo, tal vez puedo ver algo de su magia!Ó
Cristo no hizo nada, no dijo nada, y Herodes se
burlaba de Žl.
Era el plan de Dios que Cristo pase por este tiempo
bajo, para salvar a ti, y para salvar a mi, pero esto jam‡s era evidencia de
que Herodes estaba mejor que Cristo.
Lo que Herodes hizo era una blasfema, y tambiŽn hay blasfemias en este
salmo.
3)
Y los que nos hab’an llevado cautivos nos ped’an que
cant‡semos,
Y los que nos hab’an desolado nos ped’an alegr’a, diciendo: Cantadnos algunos
de los c‡nticos de Sion.
Era el gran gozo de los Babilonios, burlar de las
cosas santas. Haciendo esto
los Babilonios perdieron su gran imperio, en la historia famosa del hijo de
Nabucodonosor.
Daniel 5:1-6 El
rey Belsasar hizo un gran banquete a mil de
sus
pr’ncipes, y en presencia de los mil beb’a
vino.
Belsasar, con el gusto
del vino, mand— que trajesen los vasos de oro y de plata que Nabucodonosor su
padre hab’a tra’do del templo de JerusalŽn, para que bebiesen en ellos el rey y
sus grandes, sus mujeres y sus concubinas.
Entonces fueron tra’dos
los vasos de oro que hab’an tra’do del templo de la casa de Dios que estaba en
JerusalŽn, y bebieron en ellos el rey y sus pr’ncipes, sus mujeres y sus
concubinas.
Bebieron vino, y
alabaron a los dioses de oro y de plata, de bronce, de hierro, de madera y de
piedra.
5 En aquella misma hora
aparecieron los dedos de una mano de hombre, que escrib’a delante del candelero
sobre lo encalado de la pared del palacio real, y el rey ve’a la mano que escrib’a.
Entonces el rey
palideci—, y sus pensamientos lo turbaron, y se debilitaron sus lomos, y sus
rodillas daban la una contra la otra.
Belsasar estaba juzgado por burlar de las cosas
santas. En su gran error pensaba
que se pudiera emplear los vasos santos del templo derrotado porque eran de un
pueblo derrotado que serv’an a un dios derrotado.
El error era sumamente costoso, porque perdieron
todo, hasta sus vidas.
4)
ŔC—mo cantaremos c‡ntico de Jehov‡ En tierra de extra–os?
Estos j—venes entendieron lo que estaba
pasando. Sus crueles capataces
deseaban escuchar las canciones santas, los Salmos, para su propio
entretenimiento pagano.
Se querr’an escuchar la alabanza sagrada para burlar
de ella. Pero para los jud’os, lo
que se ped’an era una alabanza imposible.
Era como que los Babilonios estaban diciendo,
ŇOlvidan se de una vez de JerusalŽn, ahora est‡s en Babilonia, con nosotros, debajo
de nosotros, y si estas harpas van a estar usadas, ser‡n usadas con una nueva
forma de alegr’a. pausa
Pero esto provoc— algo muy feo, y profundo en estos
j—venes.
Ya sabemos de los amigos de Daniel que de ninguna
manera iban a sujetar a la alabanza
imposible de doblar la rodilla delante del ’dolo.
Daniel 3:16-18 Sadrac,
Mesac y Abed-nego respondieron al rey
Nabucodonosor,
diciendo: No es necesario que
te
respondamos sobre este asunto.
He aqu’ nuestro Dios a
quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh
rey, nos librar‡.
Y si no, sepas, oh rey,
que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has
levantado.
Tuvimos, como pueblo de Dios unos j—venes fuertes en
Babilonia. Ojala tendremos j—venes
fuertes tambiŽn entre nosotros.
5)
Si me olvidare de ti, oh JerusalŽn, Pierda mi diestra su destreza.
Primeramente se pusieron una maldici—n condicional
sobre ellos mismos.
Jam‡s voy a olvidar de JerusalŽn, o como en nuestros
tiempos, la iglesia, jam‡s voy a abandonar a mi fe para acomodar las blasfemias
de este mundo Babil—nico.
Y si esto pasa, que Dios me quita todo mi talento
mśsico.
Esto era un juramento auto imprecatorio. Invocando una maldici—n sobre uno mismo
por no cumplir su promesa con Dios.
5)
Si me olvidare de ti, oh JerusalŽn, Pierda mi diestra su destreza.
6)
Mi lengua se pegue a mi paladar, Si de ti no me acordare;
Si
no enalteciere a JerusalŽn Como preferente asunto de mi alegr’a.
Estaban jurando que si algśn d’a se abandonaron a su
alabanza sagrada que tambiŽn se perdiera la capacidad de cantar.
As’ era su reacci—n delante esa burla de los
Babilonios.
Estaban en el cautiverio, pero confiando en la
palabra de Dios, sab’an que su pesadilla no iba a durar para siempre, sino que
iban a regresar a sus tierras despuŽs de sesenta a–os.
Pero estaban profundamente impactado por la burla de
sus amos, y empezaron a recordar como perdieron su templo.
Porque el mśsico consagrado no puede hacer mucho sin
su templo.
7)
Oh Jehov‡, recuerda contra los hijos de Edom el d’a de JerusalŽn, Cuando
dec’an: Arrasadla, arrasadla Hasta los cimientos.
En el momento en que el templo cay—, los de Edom,
que quiere decir los descendientes de Esaś, animaban a los Babilonios a
destruir todo, y no dejar nada.
Por la familia de Isaac, estas todo tribus eran como
hermanos, pero el rencor entre Jacob y Esaś jam‡s estaba apagada.
Y los reyes con el nombre de Herodes en el tiempo de
Cristo, cuando por ejemplo mataron a los ni–os con dos a–os y menos eran todos
descendientes de Esaś.
Romanos 9:12-13 El
mayor servir‡ al menor.
Como
est‡ escrito:
A
Jacob amŽ, mas a Esaś aborrec’.
Los resentimientos de esto duraban muchos siglos.
Pero hay mas, y esa parte es dif’cil para algunos,
que no conocen c—mo interpretar los salmos imprecatorios.
8)
Hija de Babilonia la desolada, Bienaventurado el que te diere el pago De lo que
tś nos hiciste.
Estos j—venes eran celosos, y ojala nosotros tambiŽn
tendremos j—venes celosos.
Aunque Babilonia era fuerte, sumamente poderoso y
rico, los j—venes fieles hablaron de ellos como un imperio derrotado, confiando
en todas las profec’as sobre la destrucci—n de ellos.
9)
Dichoso el que tomare y estrellare tus ni–os
Contra
la pe–a.
Aqu’ muchos Cristianos creen que los j—venes eran un
poco extremistas. Pero tenemos que
recordar que en los Salmos, no est‡n tomando venganza, solamente est‡n orando.
Y no est‡n orando en contra de enemigos personales,
como que Cristo nos dijo que tenemos que dar la otra mejilla, y perdonar la
ofensa.
Sino que la imprecaci—n era en contra de los
enemigos de Dios, los que burlaban del sagrado.
9)
Dichoso el que tomare y estrellare tus ni–os
Contra
la pe–a.
Todo esto tambiŽn era profŽtico. Aunque Dios empleaba a Babilonia para
castigar a sus hijos, esto no
querr’a decir que Babilonia no iba a recibir su castigo tambiŽn.
Todo esto es un poco como la historia de Judas
Iscariote.
Alguien tenia que traicionar al Se–or, esto era el
plan predestinado de Dios.
ÁPero esto no quiere decir que Judas era inocente!
No, nosotros somos responsables por nuestros
pecados, aun cuando nuestros pecados son parte del plan predestinado de Dios.
Mateo 26:24 A
la verdad el Hijo del Hombre va, segśn est‡
escrito de Žl, mas !!ay
de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese
hombre no haber nacido.
*------------------------- Aplicaci—n
----------------------*
Es siempre algo glorioso
cuando se vea j—venes, como los creyentes jud’os en el cautiverio que eran
fieles a su llamamiento.
Es glorioso ver a j—venes
que no caigan en las redes enga–osas de un mundo corrupto y enga–oso.
En nuestros tiempos muchos
padres creen que esto es simplemente imposible, una alabanza imposible,
ver sus j—venes fieles en vez de apartar se por un tiempo feo, para probar el
anzuelo del mundo y del diablo.
Pero aprendemos por este
salmo y por el libro de Daniel que todo esto s’ es posible. Y que si oramos por nuestros j—venes,
que sean fuertes, y si vivamos dando les el buen ejemplo, viviendo como
Cristianos consistentes, nosotros posiblemente podemos ser testigos de algo
semejante aqu’.
Si tu quieres ver a tus
hijos, viviendo como fieles, por todos sus a–os, aun cuando otros se apartan
para cometer sus errores costosos en el mundo, te puedes pasar en unos momentos
y oraremos para ti, y los tuyos.
Vamos
a Orar